martes, 11 de octubre de 2011

¿POR QUÈ DOLIENTES HABLAN TANTO EN LAS FUNERARIAS?

¿Cómo quedó el cadáver? ¿Con quien estaba?
Raúl Mestre
Antier, en el velorio de un amigo, alguien decía que el finado murió “en un absurdo accidente”. ¡Vea usted! ¿Qué accidente no lo es? Repito: ¿Qué accidente no es absurdo?
Eso, dio pie para que para mis adentros me preguntara: ¿Por qué será que en los velorios la gente habla tanto?,¿Por qué empiezan a preguntar sobre las circunstancias de la muerte; ¡Oye, niña: ¿Cómo quedó el cadáver?,¿Para donde iba? ¿Con quien estaba? ¡En vez de quedarse callados!.
¿Por qué la atmósfera que se respira en una sala de velación, se parece tanto a esos “cócteles” donde gente que hace rato no se veía aprovechan para “ponerse al día en noticias y chismes”?
Antier, en el velorio del amigo, una señora llegó con una chalina negra que le cubría la frente, y después de echarse dos veces la señal de la cruz y saludar con besos y abrazos a varias amigas, se dirigió a una señora que estaba tomando tinto y le preguntó: ¡Aja, mija y cuéntame: ¿ Tu hija siempre se casó con el vago ese con quien andaba?
Esos chismes me hacen sentir vacío, desolado, desprotegido y hasta huérfano. Me molesta la habladuría de la gente y me mortifica la ausencia definitiva de quien se fue para siempre.
En una sala de velación, solo pienso que, no veré más al amigo, ni escucharé su voz, ni sentiré su olor. Nunca más lo veré. Nunca más lo oiré. Nunca más me hablará, y me pregunto: ¿Cómo hacerle frente a una verdad tan pavorosa como esa?
Pero, como nunca encuentro una respuesta, ni me gustan los bullosos amotinamientos sociales; llamados “velaciones”, “misas” y “sepelios”, me quedo con el silencio del corazón, o sea, aquella conversación íntima que me permite desechar todo lo que me produce desconcierto, angustia, y hasta rabia, como por ejemplo, la que me produjo antier una señora que llegó a la funeraria diciendo que “en la cosmología indígena, el sol, la luna, las estrellas y, el arco iris, gozan de un especial respeto, pues se cree que la creación, la vida y la muerte están ligadas a los secretos del universo”.¡Vea usted!

A veces me gustaría dirigirme a los habladores que hacen un circulo alrededor de la cafetería y preguntarles (apuntándoles con el índice como hacia mi abuelo): ¿Por qué carajo hablan tanto?
Claro, que no digo esas groserías, porque me sacan y entonces ya no hablarían del muerto, sino de mi. Bueno, en todo caso, como dice Ricardo Arjona: “No me confieso porque rezando 2 padres nuestros, el asesino no revive su muerto”: