viernes, 20 de septiembre de 2013

Crónicas de los viernes
LAS CÁRCELES SON UNOS    HORNOS CREMATORIOS
QUE MANTIENEN CADÁVERES VIVOS Y  SUFRIENTES.
¿Qué se entiende por alternativas legales en la cárcel?.
Raúl Mestre
Diferentes estudios indican que   la prisión no es  capaz se resocializar a nadie  por el contrario es  un destierro sistemático.  La cárcel  es una de esas tristes realidades que aún nos amarran a una concepción penal que debe ser revisada. Las cifras de reincidencia delictiva muestran la amplitud de su fracaso; es por ello que el debate en torno a su futuro ha alcanzado su punto más alto. El mal de la prisión, expresan algunos autores, consiste no solo  en la  privación de libertad, sino que margina  al recluso de una sociedad de la que continúa formando parte.
El procesado no abandona sus muros y la sociedad solo llega a traspasarlos en forma ocasional y con los minutos contados. Es urgente que la pena de prisión sea revisada desde su raíz. Todo lo que converge al resultado fallido debe examinarse y en su caso modificarse. Las personas, aun cuando estén privadas de libertad, debemos sentir para ellos respeto a su integridad física, a su integridad psíquica, el trato justo y humano que deben recibir durante el proceso de cumplimiento de su sanción y, sobre todo, la proyección de garantizar siempre un proceso satisfactorio de reincorporación a la sociedad, una vez cumplida su sanción.
En contra de la pena privativa de libertad se ha aducido, además: la naturaleza deshumanizante del encarcelamiento: la debilitación de la personalidad humana que produce el internamiento total; la incapacidad de las instituciones penales de reducir las tasas de delincuencia. Obviamente, el objetivo del encierro es evitar que la persona vuelva a delinquir y reeducarla según las pautas de comportamiento que la sociedad considera adecuadas. Pero lo que ocurre es que esa buena fe inicial no va de la mano del resultado final.
La prisión –escribe Foucault- es la última figura de la edad de las disciplinas. Conjuntamente con lo anterior podemos afirmar que los primeros años del último tercio del siglo XX fueron testigos de una crisis doctrinal generalizada de la pena de privación de libertad.
Las penas de prisión constituyen en fracaso histórico: no solamente no socializan, sino que, a partir de las investigaciones sociológicas desarrolladas no sólo constituyen un perjuicio para los reclusos, sino, también, para sus familias; especialmente cuando el internamiento representa la pérdida de ingresos económicos del cabeza de familia;
Los individuos sometidos en la actualidad a las sanciones penales más completas son, con frecuencia, personas no privilegiadas en muy distintos sentidos”. El tratamiento impuesto obligatoriamente supone, por tanto, una lesión de derechos fundamentales, reconocidos en otros ámbitos. El monótono discurso criminológico lleva dos siglos reproduciendo la cantinela humanista de regeneración del preso y comprobando el continuo fracaso de la prisión a la hora de alcanzar esos objetivos altruistas: lejos de mejorar, los delincuentes reinciden.la educación para ser criminal y la educación para ser buen detenido. La solución al problema penitenciario no puede transitar por vía del endurecimiento en la ejecución. O como diría Foucault: cada reforma "es isomórfica a pesar de su idealismo" con el funcionamiento disciplinario de la cárcel, lo que lo lleva a concluir que toda esa preocupación acerca del éxito o fracaso de la cárcel está totalmente fuera de lugar ya que la cárcel inventa al delincuente; por tanto, no puede "fracasar" porque como todo castigo no está destinado a eliminar los ilegalismos, sino a distinguirlos, distribuirlos y usarlos.
Otro aspecto que ha motivado la polémica entorno a la comunidad carcelaria, viene dado por la falta de interés social por el problema de las prisiones. Apatía que no se limita al ámbito del ciudadano común sino que, lo que es mucho más grave, se extiende a quienes tienen a su cargo la conducción del Estado.
Otro aspecto critico la pieza para la visita conyugal, los exámenes criminológicos, los servicios médicos, odontológicos y psiquiátricos, los aparatos electrónicos, las llamadas telefónicas y mucho más. Prisiones donde menudean las revisiones abusivas a los atracos; y golpizas se suceden, con frecuencia turbadoras, a la luz del día. Prisiones donde hoyos oscuros, insalubres, sin lecho, se utilizan como celdas de aislamiento. El sistema cuya selectividad reproduce y agudiza las desigualdades sociales, padece, cada vez más, la superpoblación, la violencia (física, psíquica y sexual) la drogadicción, males que hacen de las cárceles ambientes de estigma, de inadaptación, de metástasis social, en donde se envilece la personalidad, se destroza la privacidad, se vulnera la dignidad, se destruye la identidad social, se acentúa la inseguridad, en un ejercicio continuo de despotismo y degradación por parte del personal administrativo y de los cabezas de la masa carcelaria.







El 3 septiembre del 2012 cuando mataron a Griselda Blanco, pocos sabían que esta señora era una narcotraficante  que en los años 70 y 80 era conocida como ‘La Reina de la Coca’.  Griselda Blanco   tenía 69 años y  fue atacada por un individuo montado en una motocicleta al salir de una carnicería. ‘La Reina de la Cocaína’ se había casado  con un joven  al que supuestamente mató en los años 70 a raíz de una discusión, y a partir de ese momento asumió los negocios delictivos de su marido, dedicándose a captar ‘mulas’ que llevasen marihuana y cocaína a otras ciudades de Colombia y a Norteamérica. Después se fue a Estados Unidos, donde continuó con el tráfico de drogas y acabó siendo conocida como la ‘Viuda Negra’, ya que supuestamente ordenó el asesinato de otro hombre con el que había contraído matrimonio. A mediados de los 70 se alió con Pablo Escobar Gaviria, que era el jefe del desaparecido Cartel de Medellín y la apodó ‘La Madrina’.
Blanco, acusada del asesinato de varios narcotraficantes, fue detenida en Los Ángeles en 1984 y al año siguiente fue condenada a 20 años de cárcel por tráfico de drogas, de los cuales cumplió 18.
En 2004 fue deportada a Colombia, donde se instaló en una lujosa casa en Medellín. En su país no tenía cuentas pendientes con la Justicia, con la que había colaborado, y, según su familia, ya no tenía vínculos con la delincuencia organizada.
De sus cuatro hijos –a uno de los cuales llamó Michael Corleone por el protagonista de la película ‘El Padrino’–, dos fueron asesinados y uno cumple condena en una prisión estadounidense. – Mucho antes que el capo de la droga Pablo Escobar fuera el narco más buscado de Colombia, una mujer de origen humilde, que tartamudeaba un poco y era pequeña y rolliza, ideó la “exportación” de cocaína a Estados Unidos y dictó cátedra entre los sicarios de los años ’70 matando a varios rivales, pistola en mano.
Seguidora de la película “El Padrino”, Griselda Blanco, se hacía llamar “La Madrina”, y tuvo un hijo al que bautizó “Michael Corleone”. Pero ella misma fundó un estilo que la convertiría en una de las más sanguinarias y excéntricas narcotraficantes de las últimas décadas.
Según el libro “Mujeres perversas de la historia”, Griselda es la criminal “más fascinante que la DEA ha perseguido en toda su historia”.Su estilo exuberante la llevó a disfrutar su fortuna ilícita con joyas carísimas, algunas de las cuales pertenecieron a Evita Perón; y llegó a comprarse más de 300 pares de zapatos. No contenta con eso, solía tomar té en un juego de porcelana que perteneció a la Reina Isabel, viajaba en limusina blindada y se sometió a operaciones plásticas en numerosas ocasiones.De origen muy pobre, fue hija de una sirvienta y de un hacendado que la privó de apellido. De niña fue carterista en Medellín, sufrió hambre y violencia hasta que conoció a Carlos Trujillo, un falsificador de documentos que facilitaba el ingreso ilegal de colombianos a Estados Unidos. Con él tendría tres hijos y se trasladaría a Nueva York.
De sexualidad volátil, Griselda pronto encontraría un amante, Alberto Bravo, un criminal “emprendedor”, interesado en el negocio del futuro: la cocaína. Era 1968.
Trujillo murió en 1970, víctima de una hepatitis. Entonces, Griselda volvería a Colombia, para quedarse con Bravo y comenzar a idear cómo ingresar coca a Estados Unidos. Su éxito sería tal que se convertiría en la principal proveedora colombiana de la mafia de Nueva York.
Escondió la droga en lugares inimaginables para la época. Creó compartimentos especiales para la ropa interior que llevaban jóvenes reclutadas como correo humano, y escondió la droga en los tacones de sus zapatos. Su golpe maestro, sin embargo, sería el envío de mil kilos del alcaloide en el buque Escuela Gloria, de la armada colombiana, que atracó en Miami como parte de una regata internacional en 1976, que celebraba los 200 años de independencia americana.
Sin embargo, Griselda cometería el error más caro de un capo narco. Comenzó a consumir coca, lo que aumentó su paranoia. A raíz del decomiso de un vuelo que partía desde Cali a Estados Unidos con 600 kilos de droga, el mayor embargo de toda la historia –hasta entonces- del narcotráfico colombiano, Griselda ordenó una masacre de traficantes en Miami. Al menos 40 fueron acribillados y desmembrados.
También mataría a lavadores de dinero y a acreedores que no pagaban sus cuentas a tiempo. Y, por su propia mano, mataría también a su esposo, en medio de una discusión en la calle.
Pronto vendría otro amante y marido: Darío Sepúlveda, un sicario profesional, quien sería el padre de Michael Corleone.
Una fecha clave en la biografía de la Madrina sería julio de 1979, cuando ocurrió la Masacre de Dadelan. A plena luz del día, en un concurrido mall, serían ejecutados a tiros dos enemigos de la Reina de la Droga. El hecho coronó la fama de Miami como la ciudad más violenta de Estados Unidos.
La DEA estaba sobre la pista de la Madrina. A principios de los ’80, el abuso de las drogas y del alcohol hicieron de Griselda una presa fácil para los agentes. Aficionada a las orgías sexuales salvajes, con mucha droga y alcohol, cuando la anfitriona se emborrachaba y superaba su consumo diario de coca, enumeraba con detalles cada muerte que llevaba sobre su conciencia.
Poco después Griselda se separó de Darío, quien partió con Michael Corleone a Colombia. Allí la policía abatió al sicario, y Griselda recuperó a su hijo menor con altísimos sobornos. Luego de una década de pesquisas, la Reina de la Coca fue arrestada en Florida, y enjuiciada en un proceso al parecer irregular. Por sus crímenes los fiscales pedían, al menos, la silla eléctrica. En cambio, recibió 25 años de reclusión en Estados Unidos.
El 6 de junio de 2004, luego de 20 años de reclusión, la Madrina fue puesta en libertad y deportada a Colombia donde, irónicamente, no tenía ninguna causa penal pendiente.


LA TRISTE HISTORIA DE “LA VIUDA NEGRA”
Raúl Mestre
El 3 septiembre del 2012 cuando mataron a Griselda Blanco, pocos sabían que esta señora era una narcotraficante  que en los años 70 y 80 fue llamada  ‘La Reina de la Coca’.  Griselda Blanco al momneto de su muerte contaba con   69 años y  fue atacada por un individuo montado en una motocicleta al salir de una carnicería. Muchos años antes ‘La Reina de la Cocaína’ se casó con un delincuente al que supuestamente mató en los años 70 a raíz de una discusión, y a partir de ese momento asumió los negocios delictivos de su marido, dedicándose a captar ‘mulas’ que llevasen marihuana y cocaína a otras ciudades de Colombia y a Norteamérica.
Después se fue a Estados Unidos, donde continuó con el tráfico de drogas y acabó siendo conocida como la ‘Viuda Negra’, ya que supuestamente ordenó el asesinato de otro hombre con el que había contraido matrimonio. A mediados de los 70 se alió con Pablo Escobar Gaviria, que era el jefe del desaparecido Cartel de Medellín y la apodó ‘La Madrina’.
Blanco, acusada del asesinato de varios narcotraficantes, fue detenida en Los Ángeles en 1984 y al año siguiente fue condenada a 20 años de cárcel por tráfico de drogas, de los cuales cumplió 18.
En 2004 fue deportada a Colombia, donde se instaló en una lujosa casa en Medellín. En su país no tenía cuentas pendientes con la Justicia, con la que había colaborado, y, según su familia, ya no tenía vínculos con la delincuencia organizada.
De sus cuatro hijos –a uno de los cuales llamó Michael Corleone por el protagonista de la película ‘El Padrino’–, dos fueron asesinados y uno cumple condena en una prisión estadounidense. – Mucho antes que el capo de la droga Pablo Escobar fuera el narco más buscado de Colombia, una mujer de origen humilde, que tartamudeaba un poco y era pequeña y rolliza, ideó la “exportación” de cocaína a Estados Unidos y dictó cátedra entre los sicarios de los años ’70 matando a varios rivales, pistola en mano.
Seguidora de la película “El Padrino”, Griselda Blanco (1943), se hacía llamar “La Madrina”, y tuvo un hijo al que bautizó “Michael Corleone”. Pero ella misma fundó un estilo que la convertiría en una de las más sanguinarias y excéntricas narcotraficantes de las últimas décadas.
Según el libro “Mujeres perversas de la historia”, de la colombiana Susana Castellanos de Zubiría (Norma, 2008), recién publicado en Chile, Griselda es la criminal “más fascinante que la DEA ha perseguido en toda su historia”.
Su estilo exuberante la llevó a disfrutar su fortuna ilícita con joyas carísimas, algunas de las cuales pertenecieron a Evita Perón; y llegó a comprarse más de 300 pares de zapatos. No contenta con eso, solía tomar té en un juego de porcelana que perteneció a la Reina Isabel, viajaba en limusina blindada y se sometió a operaciones plásticas en numerosas ocasiones.
De origen muy pobre, fue hija de una sirvienta y de un hacendado que la privó de apellido. De niña fue carterista en Medellín, sufrió hambre y violencia hasta que conoció a Carlos Trujillo, un falsificador de documentos que facilitaba el ingreso ilegal de colombianos a Estados Unidos. Con él tendría tres hijos y se trasladaría a Nueva York.
De sexualidad volátil, Griselda pronto encontraría un amante, Alberto Bravo, un criminal “emprendedor”, interesado en el negocio del futuro: la cocaína. Era 1968.
Trujillo murió en 1970, víctima de una hepatitis. Entonces, Griselda volvería a Colombia, para quedarse con Bravo y comenzar a idear cómo ingresar coca a Estados Unidos. Su éxito sería tal que se convertiría en la principal proveedora colombiana de la mafia de Nueva York.
Escondió la droga en lugares inimaginables para la época. Creó compartimentos especiales para la ropa interior que llevaban jóvenes reclutadas como correo humano, y escondió la droga en los tacones de sus zapatos. Su golpe maestro, sin embargo, sería el envío de mil kilos del alcaloide en el buque Escuela Gloria, de la armada colombiana, que atracó en Miami como parte de una regata internacional en 1976, que celebraba los 200 años de independencia americana.
Sin embargo, Griselda cometería el error más caro de un capo narco. Comenzó a consumir coca, lo que aumentó su paranoia. A raíz del decomiso de un vuelo que partía desde Cali a Estados Unidos con 600 kilos de droga, el mayor embargo de toda la historia –hasta entonces- del narcotráfico colombiano, Griselda ordenó una masacre de traficantes en Miami. Al menos 40 fueron acribillados y desmembrados.
También mataría a lavadores de dinero y a acreedores que no pagaban sus cuentas a tiempo. Y, por su propia mano, mataría también a su esposo, en medio de una discusión en la calle.
Pronto vendría otro amante y marido: Darío Sepúlveda, un sicario profesional, quien sería el padre de Michael Corleone.
Una fecha clave en la biografía de la Madrina sería julio de 1979, cuando ocurrió la Masacre de Dadelan. A plena luz del día, en un concurrido mall, serían ejecutados a tiros dos enemigos de la Reina de la Droga. El hecho coronó la fama de Miami como la ciudad más violenta de Estados Unidos.
La DEA estaba sobre la pista de la Madrina. A principios de los ’80, el abuso de las drogas y del alcohol hicieron de Griselda una presa fácil para los agentes. Aficionada a las orgías sexuales salvajes, con mucha droga y alcohol, cuando la anfitriona se emborrachaba y superaba su consumo diario de coca, enumeraba con detalles cada muerte que llevaba sobre su conciencia.
Poco después Griselda se separó de Darío, quien partió con Michael Corleone a Colombia. Allí la policía abatió al sicario, y Griselda recuperó a su hijo menor con altísimos sobornos. Luego de una década de pesquisas, la Reina de la Coca fue arrestada en Florida, y enjuiciada en un proceso al parecer irregular. Por sus crímenes los fiscales pedían, al menos, la silla eléctrica. En cambio, recibió 25 años de reclusión en Estados Unidos.
El 6 de junio de 2004, luego de 20 años de reclusión, la Madrina fue puesta en libertad y deportada a Colombia donde, irónicamente, no tenía ninguna causa penal pendiente.


domingo, 8 de septiembre de 2013

EN ESTA MADRUGADA TRISTE

Ha llegado el momento de afrontar los últimos días de una  enfermedad que me diagnosticaron hace varios años”. Los tratamientos que debo seguir  me tienen paralizado, pero continuaré  luchando por la vida  que tanto amo. Estaré eternamente agradecido por la calidad humana  de mi familia: Rafael Vega, quien me quiso y lo quise ton toda mi alma.  Mi mamá, su fortaleza, Mary, su nobleza sin par.  Yola, mis hijos, Flor, y tú Adib,  están a prueba de cualquier obstáculo y estoy convencido de que afrontaran con toda su capacidad los difíciles l momentos que se me avecinan. Estoy feliz porque mi mamá ahora está allá en Miami, lejos de este drama que tanto le perjudicaría
¡LA “ÉPOCA BRAVA”  Y EL HORROR
EN  LA CAPITAL DE LA MONTAÑA”!
 A las seis de la tarde todos  tenían que encerrarse en sus casas
Raúl Mestre
Ahora que la televisión hace “el recuento de la época brava en la capital de la Montaña”, presentando a “Los tres caines” recuerdo que para ese entonces en Medellín la gente a las seis de la tarde,  permanecía temerosa y   todos  tenían que encerrarse en sus casas porque sabían que aquel “que debía llamar  a esa hora  no llamaría”,  y que aquella que debía llegar  ya  no llegaría  y  nadie podía  ver lo que   pasaría después de  esa hora en aquella ciudad.
Los restaurantes permanecían  desocupados, los hoteles vacíos. En la ciudad se respiraba una completa zozobra; en las calles unos muchachos repartían  hojas volantes,  dirigidas a los taxistas donde les decían  que  si trabajaban después de las 6 de la tarde serían asesinados.
En  esa época terrible, llegué al aeropuerto de Rionegro. Allí me encontré con mi primo Antonio Vega,  y bajamos  a Medellín por una vía que se llama Las Palmas. Ese día la carretera estaba cerrada, porque 14 personas  habían sido asesinadas, quemadas, torturadas y tiradas en esa vía'.  Recuerdo que logramos  pasar  gracias a unos policías a quienes Antonio, les explicó que yo    venía de Barranquilla, para un tratamiento médico urgente ” Los policías   nos abrieron paso. Sin embargo a unos 20 minutos, cuando íbamos llegando al Hotel, escuché una explosión enorme,  a una cuadra de allí, habían puesto un carro bomba que dejó unos 20 ó 25 muertos' entre ellos la mujer del  dueño de la pensión donde yo casualmente  me iba a bajar.
Recuerdo que era un paisa  bonachón    quien  a pesar de la tragedia que estaba viviendo,  no estaba triste,  sino   nostálgico mirando   la cama  donde todas las tardes   solía  acostarse con su mujer para  hablar de aquellos días felices  de las “vueltas a Colombia en bicicleta, de Cochise , el gran ciclista, de Ramón Hoyos Vallejo , el pentacampeón, en fin, de Rubén Darío Gómez, el tigrillo de Pereira , el hombre de camisas “Jarcano”.
El  hombre  miraba  el tocador y recordaba que su mujer era coqueta “Eh, avemaría, esa no salía ni a la esquina,  sino se miraba quinientas veces en el espejo”. Después el hombre miró el cuadro   del Corazón de Jesús,  y  dijo que no entendía por qué aquella tragedia había envuelto a una mujer tan creyente  “todos los días  antes de ponerse los tenis, para salir a trotar se encomendaba a esa imagen”. Incluso el día anterior a la tragedia  como a las 4pm,  iba  caminando con ella por la avenida Junín  y vimos  cómo  el compañero de una persona que iba en una moto, se bajó  y mató  a dos personas y , ella mientras la gente  se quejaba de aquella ola de  inseguridad tan terrible , lo primero que hizo fue dirigirse a la iglesia de la Veracruz a rezar por los muertos”.
Ese mismo día, después de dejar la maleta en esa pensión,  cogí un taxi, iba hacia el centro  y vi cómo dos personas pararon  el taxi que iba adelante  y dos sicarios mataron  al taxista'. ¡No! Por Dios, ¿Esto qué es?  Me pregunté y un muchacho que estaba en una esquina me dijo que “Ése era un día normal en la vida de Medellín”. Y  hay que ver que  todo eso   pasó entre las 7 de la mañana y la 1 de la tarde'
'Cuando uno llegaba al hotel, los  huéspedes decían que  trancaban  la puerta con una silla, para evitar que alguien se metiera'.
 Esa era la  Medellín de los años “ochentipuya”  y cada vez que iba, la situación era mucho más tensa, más complicada.'  Me tocó vivir la bomba del Hotel Intercontinental  fue una cosa aterradora, un carro bomba de 400 kilos, que dejó muchísimos muertos'. Por eso cuando el dueño de la pensión, ese antioqueño bonachón y regionalista, para joderme la vida me  preguntaba si en Barranquilla todavía habían esos arroyos tan feos, yo le decía que si pero que afortunadamente era una ciudad tranquila. Incluso para desquitarme le dije que mis hijas cuando yo iba para Medellín se ponían a llorar. Y el hombre con ese humor propio de los paisas, torció la boca  y después de un largo rato me preguntó: ¿Y es que sus niñas son bobitas?
Después de eso, para mi más grande decepción, esa misma guerra  poco  a poco  se  fue trasladando  a las calles de Barranquilla,  pero  esa  historia se las cuento en el próximo festivo


LA MASACRE EN EL DINERS CLUB: CELADOR SE HIZO
 EL MUERTO, Y  DIO PISTAS SOBRE LOS CRIMINALES
Una de las peores tragedias ocurridas en este país
Raúl Mestre
Desde hacía mucho tiempo quería escribir sobre aquella masacre  ocurrida el 3 de diciembre de 1984  en el Diners Club  de Cali. El escalofriante hecho ocurrió    exactamente en el edificio Otero, en pleno corazón de la sultana del Valle. Fue  una de las peores tragedias ocurridas en este país. Sin embargo fue un hecho que se olvidó rápidamente. Recuerdo que aquel día desde las 7:30 y hasta la medianoche, el edificio ubicado en la esquina de la calle 12 con carrera quinta, en la Plaza de Cayzedo, vivió un ritual de sangre en el que nueve mujeres y dos hombres fueron asesinados a puñal y bala, y cinco personas más sobrevivieron a ese horror.
En los dos días siguientes al crimen fueron capturados Luis James Rodríguez, de 18 años, y Jaime Serrano Santibáñez, de 21, quien hasta un mes antes había sido vigilante del lugar y excompañero de las víctima Nunca se logró ubicar a Francisco Antonio Ruiz, o 'Frank', de 23 años, el tercer implicado, de quien años después saldría la versión, nunca confirmada, de que habría muerto.
"En esos días la prensa se centró en los dos personajes capturados. Jaime era un joven de tez morena, ojos verdes, algo desafiante y cínico. Y James era un muchacho de apenas 18 años. Se les condenó a 30 años, de los que por trabajo, estudio y buen comportamiento, pagaron apenas algo más de la mitad.
Se concluyó que el móvil del crimen  había sido el hurto -un millón de pesos- y cierto deseo de venganza. Tantos años después aun por mi  cabeza dan vueltas las imágenes, los rostros de las mujeres y el ritual de sangre que se vivió aquel día. Jaime Serrano santibaňez ex vigilante de 21 años de edad, que habia perdido su trabajo hacia un mes con la empresa Wackenhaut, dirigió la banda de cuatro hombres que asaltó las oficinas de Diners Club en Cali Valle colombia, y en un ritual de muerte que duró cuatro horas asesinó a bala y cuchillo a nueve personas e hirió a cinco más. Tras ultimar a siete mujeres y dos hombres, Jaime Serrano, cabecilla de la banda, dejó una misteriosa inscripción en una de las paredes: “Lo siento Lalo, es el desquite. La próxima vez debes colaborarnos como lo hiciste la primera vez”. La Policía capturó a Serrano, James Rodríguez y Francisco Ruiz.
Aquella noche los empleados se habían quedado después de la jornada laboral para adornar la oficina con motivos navideños. Era un tres de diciembre de 1984, y ya se estaban haciendo los preparativos para el alumbrado de la noche de las velitas. Eso lo sabía Jaime Serrano Santibáñez, pues había trabajado allí. Querían terminar el año con plata en el bolsillo, y conocían bien el movimiento de caja del Diners Club en el edificio Otero de Cali. Fue una noche horrenda. Sin compasión alguna Jaime Serrano Santibañez, Luis Jamer Rodríguez Díaz, y Francisco Antonio Ruíz Gómez agredieron a 14 indefensas personas. Nueve de ellos murieron a bala y cuchillo.
Cuando ya el acto estaba consumado, escaparon con un escaso botín. Uno de los celadores de la empresa Wackenhaut se hizo el muerto, y fue quien dio pistas sobre los criminales. La policía capturó a Serrano y a Rodríguez en sus casas al día siguiente.
El único que se logró evadir fue Francisco Antonio Ruíz, alias Frank . El juicio a los capturados lo inició el juez segundo Superior de Cali, José Hugo Valdés, con la intervención de Benhur Buriticá como fiscal, y los abogados Diego Garcés y Francisco Ferreira como parte penal y civil, respectivamente.
Procesalmente la justicia logró su objetivo. Jaime Serrano y Luis Jamer Rodríguez fueron sentenciados a 30 años de prisión. Francisco Antonio Ruíz fue juzgado como reo ausente, con una pena similar. Al poco tiempo se difundió una noticia que para los familiares de las víctimas sonó a contentillo: A Frank, el asesino ausente, lo mataron.Su cuerpo jamás apareció. Cuatro familias de las víctimas entablaron demanda laboral contra Diners quien solo le reconoció a cada familia 300 mil pesos y un seguro de vida grupo por 572 mil pesos.
Los familiares de María Fernanda Rivera, Rosina Sanclemente, Martha Liliana Iglesias, y Elizabeth Salazar, le dieron poder al abogado Gustavo Ruíz Montoya, quien según Hernán Rivera, padre de una de las niñas, por negligencia o por intereses particulares, les dejó vencer el plazo para la demanda.
Fue tal la desilusión que dejó el abogado Ruíz Montoya en las familias, que los afectados prefirieron dejar las cosa así, y no pelear contra la corriente, pues según sostienen algunos familiares, dizque por falta de pruebas , el abogado se puso a favor del Diners y en contra de las niñas.
El proceso quedó en el olvido, está en ceros, no hay demanda, no se supo la verdad del destino de Frank, no hay nada. Y según Hernán Rivera, por la corrupción de abogados y jueces, la justicia en Colombia está en nada. Rebajaron la pena Tunja Jaime Serrano Santibáñez, está actualmente recluido en la Penitenciaría Nacional del Barne, ubicada entre Tunja y Paipa en el municipio de Boyacá. Llegó allí hace ocho años y tres meses remitido por el juez segundo superior de Cali, contando con quinto año de primaria.
Actualmente adelanta décimo grado. En el penal conoció a María Inés, una mujer con quien ha hecho vida marital y con la que tiene un hijo de tres años nacido dentro del centro penitenciario, y a quien bautizaron allí mismo con el nombre de Jaime Jr.
Por haber demostrado buena conducta se le rebajaron dos años y dos meses de condena. Además se le está gestionando ante la Dirección Nacional de Prisiones un permiso de 72 horas como compensación a la sumisión y rehabilitación que ha demostrado, el cual podrá disfrutar sin guardianes ni condiciones mientras no salga del país, con la condición de que una vez se cumpla el plazo, debe volver a prisión.
Jaime Serrano Santibáñez y Luis James Rodríguez, los asesinos de la masacre del Diners Club de Cali, recuperaron la libertad en el 2002, habiendo asesinado a nueve personas.Casos como estos, donde hay gente buena condenada de por vida y gente perversa pagando condenas irrisorias, socavan la institucionalidad de un país que no cree en su justicia El periodista Armando Galvis, quien aparece entre los testimonios y cubrió para el diario El País esa masacre, dice que "en Cali no se había presentado un hecho de esas características. Fue un reto periodístico tratar de acercarse a las familias, tener la información oficial, la declaración de algún sobreviviente".
Julio Romero fue el primer reportero gráfico en el lugar. Trabajaba en Occidente, a media cuadra del sitio y por eso fue el único medio escrito en registrar la masacre al día siguiente.
"De madrugada, el 4 de diciembre, cambiamos todo el periódico, pero no publicamos imágenes tan crudas. Otros medios nos pidieron material y las publicaron así. Por eso el 5 el impacto en la ciudad fue terrible", dice.
Con más pausa, y sin la prisa que exige la información periodística, años después, los escritores Osorio y Valderrama, durante más de tres años, repasaron en archivos y entrevistaron a familiares y sobrevivientes, para su libro 'La Mirada de los condenados', que terminaron en el 2003.
Osorio refiere que los 2.000 ejemplares se agotaron, pero hizo falta una editora con 'músculo financiero'.
Al periodista lo sorprendió que casi dos décadas después, la familia de una de las jóvenes mantuviera el cuarto de ella intacto y con muchas de sus prendas.. Aunque sabe que para los allegados de las víctimas, cada diciembre es un dolor terrible, al recordar cuando sus seres queridos se quedaron unas horas más en la oficina para adornarla con motivos navideños sin saber que serían asesinados de la forma más cruel.

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lunes, 10 de diciembre de 2012

EL MUNDO SE DIVIDE EN ANTES


Y DEPUES DE “MAYO DEL 68”

¡Más de un millón de personas protestando por las principales calles de París!

Raúl Mestre

Hace poco después de haber escrito sobre “la Masacre en la plaza de Tlatelolco”, en México, toda la noche estuve recordando con nostalgia aquellos días de mayo del 68 cuando con menos de quince años salimos una madrugada del D.F. para París, y nos instalamos en una piececita chiquitica,(una buhardilla) en la Plaza Denfert-Rochereau, muy cerca de la ciudad universitaria, gritando: "Prohibido Prohibir", que era la consigna de “Danny, el Rojo”, ese estudiante que protestaba por la educación conservadora, la disciplina rígida y la situación política y social de Francia en aquellos años.

Mientras en “El Flore”, un célebre café del prestigioso barrio parisino de Saint-Germain-des-Près, un francés me esperaba sonriente porque ese momento los estudiantes colombianos éramos bien vistos en Europa. Un año antes, o sea, en junio de 1967 en las librerías del mundo, había aparecido la novela “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, la cual en pocos meses se convirtió en un best-seller mundial y tal vez por eso, en Saint-Germain-des-Prés, el barrio que mantiene ese encanto bohemio de la elite europea, ese amigo francés nos recibió en forma tan bacana, cuando llegamos a “la ciudad luz”.

Me acuerdo que el francés celebró con alborozo cuando le conté que “Colombia, era Macondo”, que en nuestro país la marcha estudiantil, no era para protestar por la mala calidad de la educación, como ocurría con el movimiento estudiantil francés de Mayo del 68, sino que acá marchábamos “porque sabíamos que una vez titulados no íbamos a conseguir empleo”

Repasé mentalmente el brindis que hicimos aquella noche del 13 de mayo del 68 cuando la histórica "revolución de los estudiantes " provocó una huelga general. La fábrica textil Rhodia, Air France, la SNCF (los ferrocarriles) todo se paralizó. ¡Hasta los correos y el transporte urbano! Imagínense más de un millón de personas desfilando por las principales calles de París! Y lo mejor del cuento fue que el inconformismo se extendió hasta Alemania, Bélgica, Inglaterra y, obviamente, eso influyó en América Latina.

No debemos olvidar que fue al grito de “haz el amor y no la guerra”, que surgió la ideología hippie. Los jóvenes participantes de “Mayo del 68” estaban hartos de la segregación racial, del machismo, de la intervención bélica de Estados Unidos y de todas las leyes y normas que se les imponía. Fue así como nació esa contracultura donde los valores que sobresalían era el amor a la libertad, a la naturaleza y a su espíritu.. Su aspecto descuidado, con su vestimenta de colores psicodélicos, sus cabellos largos y sus adornos tomados de la cultura africana, eran solo para distinguirse. Estaban hartos de tanta formalidad. Hartos de seguir un guión para mantener un diálogo. Hartos de seguir la rutina que les imponían los adultos. Una de las características de los cabellos largos, era su pasión por el medio ambiente. Algunos hippies, convencidos de la filosofía que predicaron, huyeron hacia bosques en las afueras, en donde fundaron comunas en las cuales su sistema político era el comunismo primitivo. Volvieron a sus raíces, sus refugios eran pequeñas casuchas de adobe, vivían de y para la naturaleza”. Estaban airados, incluso desesperados, pero eran gente culta e informada, que discutía y leía a los sociólogos, a los politólogos, a los filósofos. Jamás la filosofía había jugado un rol tan directo y determinante en los acontecimientos sociales e inspirado un movimiento social como en 1968. Allí sería aclamado Ernst Bloch, quien con más de setenta años, fue percibido como “uno de los nuestros” por la multitud veinteañera que se identificaba con el autor de “El espíritu de la utopía”. Igual que los filósofos franceses Jean Paul Sartre (“El ser y la nada”) y Simone de Beauvoir, esposa del anterior y teórica feminista (“El segundo sexo”) y manos anónimas escribían en los muros: “Cuando pienso en la revolución me entran ganas de hacer el amor”. De pronto cuando estaba en el “clímax” de aquel imaginario apasionante, un grito destemplado que viene de la cocina, me despierta ¡Raúl!: ¿Otra vez con las mismas locuras de hace 30 años?