miércoles, 18 de agosto de 2010

CRÓNICA DEL DIA

EN UNA CASA VENDEN DROGA, Y

EN LA OTRA COMPRAN “QUIEBRES”

En la noche llevan retrovisores, llantas parabrisas

Raúl Mestre.

Muchachos, entre 15 y 20 años, que no logran conciliar el sueño y se revuelcan en la cama, pensando en la fechoría que cometerán al día siguiente, es como “aparentemente transcurre” la noche, en una de esas casas que ahora los bandidos llaman “ollas”.

Pero mientras, los muchachos intentan conciliar el sueño, “craneando” el “trabajo” que harán al día siguiente, la madre ni intenta dormir, pues debe permanecer toda la noche, “pegada” a la ventana, con una bolsa llena con “bareta” “coca” y “bazuco”, que ofrece con “silbidos” a quienes deambulan por la madrugada.

Los transeúntes que la mayoría son “desechables”, son hombres descamisados que regresan a la una o dos de la mañana a los inquilinatos del sector, conocen el “santo y seña” de la “Cucha” y se acercan a la ventana, con un billete de dos mil pesos en la mano, mirando para todos lados.

Antes de comprar su “dosis”, los “manes”, para no perjudicar a la Cucha, porque saben, que hay una ley de “extinción de dominio” para las “caletas” donde vendan drogas, comprueban que en la zona no haya “buey”.

Pese a que la mayoría de los clientes son “desechables”, hombres y mujeres que en la noche andan “tirando gafas” haber cómo consiguen con qué comprar la droga, las ventas de “La Cucha”, alcanzan los doscientos mil pesos diarios. “Pero los hijos no me dejan ahorrar un “billetico”, se lamenta la Cucha y agrega: “Esos pelaos se la pasan “soplando”.

Los desechables en su “viaje” le quitan el retrovisor, el parabrisa o una llanta al carro, que encuentran “mal parqueado” y lo venden por lo que “tire” el viejo Lucho, un señor antioqueño, que parece un “doctor”, y quien tiene su “negocio” al lado de la “olla”.

Don Lucho, es muy trabajador, permanece toda la noche en su “plantecito” comprando “quiebres”. Por un retrovisor, don Lucho, “tira” dos mil Lucas, por una llanta cinco, en fin, por un parabrisa mil, y si el “desechable” se pone “pesado”, es decir, quiere poner el precio, don Lucho, lo amenaza diciéndole: “A usted lo voy a “abrir” y no le vuelvo a comprar mas nada”

A la ventana también llegan prostitutas, con la cara barreteada de colorete y oliendo a “pachulí”, un perfume que hacen con fragancias que vende “Juliao”, homosexuales con sus faldas largas y las caras cortadas, cigarrones con sus “tatuajes”, en busca de su porción de “bazuco”.

El basuco se vende más, porque es mucho más barato que la marihuana y más económico que la coca, ya que este es “el cucayo” que los “jíbaros” llaman “el campeón”. “Porque a esa vaina, mi “vale”, -explica un man- no le gana nadie. El “vale” que mete bazuco, a los pocos días pilla carretera”.

A las dos de la mañana, se “calienta” la zona, una lujosa camioneta pita y de rapidez, muy piloso, se baja un “vale” con un tatuaje en el brazo y antes de “pillar” su “merca”, mira a la vieja y le dice: “Fresca mi tía, que conmigo es todo bien”.

Sin embargo, a los cinco minutos, es decir, a las 2:05 aparecen dos manes en un “zapatico” diciéndole al “parce” de la camioneta, que se “pise” de aquel lugar, porque “dos pecuecas” les dieron “dedo”.

De pronto, rompiendo la tranquilidad de la noche, una mujer que bailaba en la terraza de la casa, el “dance hall”, una música que ahora esta de moda, pega un grito y sale corriendo, porque en medio de su “traba”, se pilló que en la esquina había un carro sospechoso, con vidrios polarizados.

La mujer iba corriendo “embalada” por la mitad de la calle, mirando para atrás, pero antes de llegar a la esquina, se escucharon los primeros disparos y los gritos de las mujeres que salían de sus casas, en ropa interior llorando.

En menos de cinco minutos, el sector que aparentemente se veía tranquilo, se convirtió en un “campo de batalla”.

Los miembros de una pandilla, que hace mucho rato vienen sembrando el pánico en la ciudad, estaban “ajustando cuentas” en la zona, justo en el momento en que yo, pensando que ya sabía como era “una noche en una olla”, había decidido abandonar el lugar

Bancas, sillas, y mesas, volaban por los aires, luego que los facinerosos, se metieron en la casas, buscando a dos muchachos, entre 15 y 20 años, que en la mañana, supuestamente les habían hecho una “faltoniada”. Son los hijos de la Cucha, por eso ella al ver corriendo a “la mosca”, como le dicen a la mujer que bailaba el “dance hall”, dio la voz de alarma, a sus hijos para que se “pisaran” del lugar.

Nosotros que llegamos a ver cómo era “una noche en una “olla” y tomamos fotos y apuntes relativos a ese drama que diariamente se vive en varios sectores de la ciudad, regresamos pensando cómo pueden las autoridades solucionar ese conflicto social.

En el camino ya de regreso a casa, miramos a una “prosti” que estaba parada en la puerta de un apartamento ruinoso, que en la ventana tenía un aviso escrito con letras rojas que decía: “Se alquila este apartamento”.

¿A cómo? Le pregunté y la “prosti” respondió: ¡La amanecida vale diez Lucas!