¡EL SUICIDIO DE ANDRES CAICEDO:
UNA TRAGEDIA PARA LA
LITERATURA!
*Uno de los mejores escritores de Colombia se quitó la vida
Raúl
Mestre
Con Andrés Caicedo, uno de los
mejores escritores de Colombia, tuve una amistad tan breve como
entrañable. Recuerdo que lo conocí en Bogotá, en el año 1973
cuando yo tenía 18 años. Andrés estaba en un localito en un
edificio de la calle Séptima con carrera Octava, frente donde entonces
quedaban los en juzgados. El alquiler era: dos mil pesos al mes que
pagaba con la ayuda de su madre, una señora quien diariamente
recibía puntuales dosis de morfina que le administraba
su médico, un tío de Andrés, llamado Enrique.
La oficina estaba toda llena de
libros y uno que otro afiche. Allí tenía una, sala de espera con muebles
comprados a crédito y con clavos de acero colocó, en la puerta de entrada
un aviso que rezaba:
“se redactan textos publicitarios,
artículos variados para magazine, alegatos jurídicos, poemas de amor, cuentos y novelas”.
En ese entonces me dijo: “Un día te
acordarás de mí, tú, te lo prometo...” (Andrés Caicedo, había nacido en Cali el 29 de
septiembre de 1951 y murió el 4 de marzo de 1977) A pesar de su
prematura muerte, su obra es considerada como una de las más originales de la
literatura colombiana. En 1970 ganó el I Concurso Literario de Cuento de
Caracas con su obra "Los dientes de caperucita", lo que le
abriría las puertas a un reconocimiento intelectual. Este relato fue publicado
en 1969 en ella es notoria la irreverencia, el ánimo contestatario, la
exquisita ironía por medio de la cual el autor plantea su visión de mundo y la
concepción artística. Era una visión producto del legado de lecturas
de calidad, como Allan Poe, Lovecraft, el cine de Alfred Hitchcock, la melomanía
por los Rolling stones y la salsa. El mismo Caicedo invita al lector a
analizar sus problemas con la droga, el sin sabor de la vida, el delirio, la
pena de amor; todo esto lo realiza haciendo uso del carácter polifacético que
le brinda su competencia cultural, para salpicar su producción literaria de los
diversos lenguajes que circulan en la sociedad. Andrés recreaba con sus
escritos, con ese tono entre la alabanza y la mordacidad, como lo hace en
“los dientes de Caperucita” para presentarse cual víctima del desenfreno sexual
que invade a la juventud caleña de la época: todo el cuento transcurre en
ambientes nocturnos, rumberos, de constantes encuentros sexuales e intercambios
alucinógenos, que llevan al protagonista principal a experimentar sensaciones,
en especial la desdicha, que después confiará a un amigo de copas y
cigarrillos. En síntesis, esta narración de Caicedo nos invita a conocer a un
escritor, aventajado e irreverente que se encuentra con la figura de
caperucita: pero no la que conocemos a través de los cuentos tradicionales,
sino una real, que puede estar a la vuelta de la esquina; aunque en esta
oportunidad sólo sea un personaje de papel
En su obra ¡Que viva la música ! es
en donde asegura que vivir más de 25 años era una vergüenza, lo que es visto
por muchos como la razón principal de su suicidio cuando tenía tan sólo
25 años de edad.
La obra de Caicedo es
contraria a la escuela literaria del realismo mágico y se inspira
en la realidad social, lo que ha hecho que algunos lo vieran como
alternativa a figuras como Gabriel García Márquez.
Sin embargo, nos conocimos
discutiendo, porque yo le decía que Gabriel García Márquez no dejaba de
asumir la problemática social y política
que amenazan al país, pero que empleaba técnicas muy
dinámicas del manejo del tiempo, espacio y personajes que configuran una
trama contundente en su obra, especialmente en Cien años de soledad
Y que la repetición, tanto de
tiempo como del espacio, de los personajes y de las situaciones que marcan cada
una de las generaciones que sustentan el argumento de la novela demuestra que
las épocas se repiten de generación en generación y se adecuan a los cambios
que la misma humanidad tiene por el paso de los años.
Pero, como a Caicedo no
gustaba de García Márquez, torcía la boca por eso el
periodista, escritor y cineasta chileno: Alberto Fuguet, lo llamó
" el primer enemigo de Macondo. Sin embargo, el "escritor con
cara de estrella del pop", como lo llamaba el chileno,
hizo un gran aporte a la literatura pese a su temprana
muerte.