jueves, 19 de julio de 2012


¡EL SUICIDIO DE ANDRES  CAICEDO:
UNA TRAGEDIA PARA LA LITERATURA!
*Uno de los mejores escritores de Colombia se quitó la vida

Raúl Mestre
Con Andrés Caicedo, uno de los  mejores escritores de Colombia,  tuve una amistad tan breve como entrañable. Recuerdo que lo   conocí en Bogotá, en  el año 1973 cuando yo tenía 18 años. Andrés estaba en   un localito en un edificio  de la calle Séptima con carrera Octava, frente donde entonces quedaban los en juzgados. El  alquiler era: dos mil pesos al mes  que pagaba con la  ayuda  de su  madre, una señora quien diariamente recibía    puntuales dosis de morfina que le administraba  su médico, un  tío de Andrés, llamado  Enrique.
La oficina estaba toda llena de libros y uno que otro afiche. Allí tenía una, sala de espera con muebles comprados a crédito  y con clavos de acero colocó, en la puerta de entrada un  aviso   que  rezaba: 
“se redactan  textos publicitarios, artículos variados para magazine, alegatos jurídicos, poemas de amor, cuentos y novelas”. 
En ese entonces me dijo: “Un día te acordarás de mí, tú, te lo prometo...” (Andrés Caicedo, había nacido  en  Cali  el 29 de septiembre de 1951  y murió el  4 de marzo de 1977) A pesar de su prematura muerte, su obra es considerada como una de las más originales de la literatura colombiana. En 1970  ganó el I Concurso Literario de Cuento de Caracas  con su obra "Los dientes de caperucita", lo que le abriría las puertas a un reconocimiento intelectual. Este relato fue publicado en 1969  en ella es notoria la irreverencia, el ánimo contestatario, la exquisita ironía por medio de la cual el autor plantea su visión de mundo y la concepción artística. Era  una visión producto del legado de lecturas  de calidad, como Allan Poe, Lovecraft, el cine de Alfred Hitchcock, la melomanía por los Rolling stones y la salsa. El mismo Caicedo invita al lector a analizar sus problemas con la droga, el sin sabor de la vida, el delirio, la pena de amor; todo esto lo realiza haciendo uso del carácter polifacético que le brinda su competencia cultural, para salpicar su producción literaria de los diversos lenguajes que circulan en la sociedad. Andrés recreaba con sus escritos, con ese tono entre la alabanza y la mordacidad,  como lo hace en “los dientes de Caperucita” para presentarse cual víctima del desenfreno sexual que invade a la juventud caleña de la época: todo el cuento transcurre en ambientes nocturnos, rumberos, de constantes encuentros sexuales e intercambios alucinógenos, que llevan al protagonista principal a experimentar sensaciones, en especial la desdicha, que después confiará a un amigo de copas y cigarrillos. En síntesis, esta narración de Caicedo nos invita a conocer a un escritor, aventajado e irreverente que  se encuentra con la figura de caperucita: pero no la que conocemos a través de los cuentos tradicionales, sino una real, que puede estar a la vuelta de la esquina; aunque en esta oportunidad sólo sea un personaje de papel

En su obra ¡Que viva la música ! es en donde asegura que vivir más de 25 años era una vergüenza, lo que es visto por muchos como la razón principal de su suicidio  cuando tenía tan sólo 25 años de edad.
La obra de Caicedo  es contraria a la escuela literaria del realismo mágico y  se inspira  en la realidad social, lo que ha hecho que algunos lo vieran como alternativa a figuras como Gabriel García Márquez.
Sin embargo, nos conocimos discutiendo,  porque yo le decía que Gabriel García Márquez no dejaba de  asumir   la  problemática  social  y política que amenazan al país, pero que  empleaba   técnicas muy  dinámicas del manejo del tiempo, espacio y personajes que configuran una trama  contundente  en su obra, especialmente en Cien años de soledad
Y que  la repetición, tanto de tiempo como del espacio, de los personajes y de las situaciones que marcan cada una de las generaciones que sustentan el argumento de la novela demuestra que las épocas se repiten de generación en generación y se adecuan a los cambios que la misma humanidad tiene por el paso de los años.
Pero, como a Caicedo no  gustaba de García Márquez,  torcía la boca por eso  el   periodista, escritor y cineasta chileno: Alberto Fuguet, lo  llamó  " el primer enemigo de Macondo. Sin embargo, el "escritor con cara de estrella del pop", como lo llamaba  el chileno,   hizo un  gran  aporte a la  literatura pese  a su temprana muerte.