lunes, 1 de junio de 2009

EN B/QUILLA TODOS SABEN QUIEN MANDÓ A MATAR A CARLOS LAJUD!

RaúlMestre
El 19 de abril de 1993 hacía las 7:15 de la mañana Carlos Lajud Catalán, uno de los más polémicos periodistas de Barranquilla, se dirigía, caminando con su maletín lleno de documentos, a los estudios de Emisoras ABC,
Ese día iba a divulgar los nombres de los políticos locales que habían recibido plata del proyecto de privatización de la telefonía franco-colombiana.
El día anterior Carlos Lajud dijo que él no le temía a las amenazas e invitó a sus enemigos a unírsele en su diaria caminata al trabajo y burlonamente les indicó el camino que seguía todas las mañanas. "Para que vengan por mí, no tengo miedo".
Constantemente le recordaba a los políticos bandidos que "jamás lo silenciarían con amenazas de muerte". Pero, Carlos era ingenuo, en el fondo era un hombre con alma de niño, cuando sus compañeros limpiaron su oficina después del asesinato, encontraron el bate de baseball que tenía en la emisora “para defenderse por si alguien lo atacaba por sus informaciones”
La mañana en que lo mataron le advirtió a Betty, su esposa, que tuviera cuidado porque sus enemigos podían atacar a los niños. Ella le recordó que estaban bien cuidados. Tal vez por ello caminaba tranquilo y no le paró bolas a dos jóvenes que estaban junto a una motocicleta roja, estacionada en la esquina antes de llegar a la emisora. Incluso los muchachos cruzaron sus miradas con Lajud, quien jamás imaginó que “esos cachaquitos” fueran los sicarios que le iban a quitar la vida. Lajud cruzó la calle, sin apresurar el tranco, sin inmutarse. Carlos Lajud era de baja estatura, cabello rizado rubio y ojos verdes, características que llevaron a uno de los dos jóvenes que estaban parados junto a la moto ha correr tras de él, mirarlo de frente y dispararle a un lado de la nariz. Lajud cayó mortalmente herido. Un testigo se escondió detrás de una puerta y vio al asesino registrar el maletín del periodista y huir de la escena.
El asesinato sin embargo quedó en la impunidad luego que Alfredo de Jesús Liévano Alcocer, el único capturado por el homicidio, de 48 años y quien trabajó en la Secretaría de Participación Ciudadana y en el Área Metropolitana y en Fonvisocial recobró la libertad tras ser absuelto por el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Barranquilla.
En concepto de la juez Josefina Congote, no había ninguna prueba contundente para condenarlo por ese crimen, Liévano fue vinculado a la investigación por el testimonio de Islia María Rodríguez, quien le dijo a la Fiscalía que él había contratado a su compañero sentimental, un tal Enrique Rafael Somoza Pérez, alias Garnacha, para que ejecutara el asesinato.
Según la mujer, Liévano estuvo en su casa, discutiendo el plan criminal con Somoza, quien le contó a ella sobre la supuesta propuesta que le hicieron y, posteriormente, sobre el cumplimiento de la misma.
Tres meses después del asesinato del periodista, Enrique Rafael Somoza Pérez, alias Garnacha fue acribillado y murió baleado en las afueras de la ciudad.
Islia Maria Rodríguez sostuvo igualmente que Liévano dijo actuar por encargo de un funcionario quien se habría sentido cuestionado por las críticas del comunicador.
Para absolver a Liévano, la juez se basó en un informe del Instituto de Medicina Legal, que calificó a Islia María Rodríguez como una paciente “con alteración del sistema nervioso, producida por una hidrocefalia comunicante”.
De acuerdo con el diagnóstico, la enfermedad le produjo atrofia cerebral, descoordinación motora y manifestaciones de demencia.
El apoderado de Liévano, planteó en su defensa que la testigo no era apta porque “carecía de lucidez mental”.
Según el Juzgado, Islia Maria Rodríguez incurrió en imprecisiones y contradicciones, entre ellas afirmar que el arma utilizada en el crimen fue un revólver calibre 38 largo, para después decir que se trataba de una pistola 9 milímetros.
Por el asesinato del periodista Lajud, finalmente fueron condenados a 40 años de prisión Johnny Meriño, Eduardo Ocampo y Oscar Peña, pero esa sentencia, entendida como lo que hoy se conoce con el nombre de “falso positivo” fue revocada por el Tribunal Nacional de Orden el 4 de septiembre de 1996, también por falta de pruebas.


De antemano se sabía que esa condena no iría a ninguna parte porque John Ulloque, un maleante de poca monta y uno de los testigos contra los tres acusados, fue encontrado muerto en circunstancias sospechosas, en noviembre de 1993, a los seis meses del asesinato de Lajud, cuando estaba dispuesto a retractarse y decir “la verdad de su testimonio inicial”.