ANTES QUE LLEGUE LA HORA" Primer capitulo
Hace poco regresé a un lugar que sólo existe en los recuerdos de quienes, como yo, decidimos mirar lo que se fue, creyendo que así, permanecerá con vida. Fui a la casa de San Roque y recordé que aquella vivienda era sorprendentemente grande para los estándares actuales. Una entrada principal y otra auxiliar, cuatro habitaciones, un cuarto de herramientas, una terraza que comunicaba al patio de ropas, una mesa de seis puestos en la cocina y otra de ocho en el comedor. El corredor estaba decorado con un papel de colgadura de flores estampadas. Los pisos de cada habitación eran unas baldosas preciosas parecían una alfombra. El cuarto de mi mamá tenia el piso rojo; el del corredor, verdoso. De los otros no me acuerdo con mucha claridad. Había otro amarillo, creo. Así se usaba en aquel entonces. En el garaje, como no teníamos carro, Filadelfo, mi hermano, sin tener más de 12 años, intentó en alguna época poner una venta de helados de fabricación casera y un espacio para el alquilar “paquitos”, tenía la colección completa de “Santo El Enmascarado de Plata” y las novelas de Agatha Christie, que aun conservo..
En ocasiones nos poníamos a ver en la televisión a Jimmy Salcedo y su 'Cante aunque no cante' y la atemorizante telenovela la 'Pezuña del Diablo', o escuchar por radio “Las Aventuras de Kaliman”, el hombre increíble, mientras mi mamá veía un noticiero llamado 'Telediario', con Arturo Abella. En aquel entonces la televisión sólo transmitía a color a ciertas horas. Mi primera experiencia verdaderamente clara se remite a cierto cuarto de San Alejo de aquella casa, en donde Filadelfo, almacenaba algunos juguetes que ya habían dejado de interesarle desde algunos años atrás. De seguro había encontrado otros pretextos para entretenerse .En alguna ocasión, husmeando hasta donde mi escaso tamaño me lo permitía, descubrí un carro a “control remoto” de su propiedad, también perdido por ahí. Eso entonces, fue grandioso, antes solo había tenido “un camión de madera” que me trajeron “los Reyes Magos”, porque aquel año el Niño Dios…”tuvo la mano mala” según me explicó Rafael.
Fue el comienzo de una larga carrera dedicada al profano arte de esculcar. Otro de los lugares en donde solía refugiarme era el patio que fue mi reino, y en donde construía ciudades imaginarias...con sus edificios y calles hasta el día en que Mary, mi hermana a quien mi mamá y Filadelfo, todo le “consentían” porque era linda, se metió y destrozó los almacenes, las iglesias y todo lo que yo con tanto esfuerzo había construido. Claro que igual yo le cogí una muñeca que ella quería mucho y le arranqué el pelo, le saqué los ojos y la boté lejos. Para evitar el castigo a que sería sometido, me fui corriendo y permanecí escondido hasta la una de la tarde cuando escuché que habían matado a Kennedy, el presidente de los EE UU y volví a la casa para dar la noticia.
Mi mamá estaba tan afligida que se le olvidó darme la "pela". Desde entonces me gustó la reportería. Al frente de la casa vivía el doctor Nieto. No sé si era abogado o médico o si tenía títulos académicos o algún doctorado a cuestas, pero como siempre lucía corbata, le decían doctor. Así lo llamaban. Su esposa siempre estuvo enferma de cáncer, pero hasta donde supe nunca murió. Ella tocaba un piano, que debió ser uno de los primeros que vi en mi vida..Alguna vez mi mamá, veía la telenovela Esmeralda -con José Bardina y Lupita Ferrer como protagonistas-. Entonces yo con una manguera verde (larga y delgada, como una serpiente) apuntaba hacia las flores y por estar distraído; viendo la cara deforme del doctor Malabet, (otro protagonista de la novela) le puse la manguera en el rostro a mi mamá y…la bañé. En Diciembre me llevaban al Sears, un almacén de lujo que decoraban con un aviso gigantesco en el que se promocionaban las rebajas con un insinuante texto que rezaba "El gerente se fue de vacas" Era su forma de anunciar las promociones de temporada. En Sears vendían toda clase de electrodomésticos, además de artículos de hogar, ferretería, discos y pantalones Lee, que eran mi sueño juvenil. De no olvidar son los domingos cuando iba con Rafael a los Súper Mercados Robertico, (compre como pobre y coma como rico) y él me regañaba porque antes que empezara a pedir el arroz y los comestibles ya yo me estaba tomando una Pony Malta, pequeñita deliciosa que también desapareció. Arriba en el Paseo Bolívar estaba “El Pollo Contento”, donde vendían el mejor pollo asado de la ciudad, diagonal quedaba el edificio de Emisoras Unidas, por allí también estaba el restaurante El Cañón y la Droguería donde vendían el beramón, una pastilla que curaba todo.
En San Roque ya tampoco están aquellos teatros destapados como El Rialto, La bamba, el Teatro Caldas, donde antes de empezar las películas de James Bond ,el agente 007, escuchábamos alegres las rancheras de Miguel Aceves Mejia, Pedro Infante etc... Estaba muy niño, cuando iba con mi hermano, a “La Bamba”, un teatro abierto que estaba ahí en la calle 30. En la puerta la gente se aglomeraba frente a las ventas de fritos, tinto, guarapo, en fin, peto y mazato, que la gente comía con gusto. Apenas entrábamos al teatro, se escuchaba por los alto parlantes, la voz de Antonio Aguilar cantando: “Voy a cantarles un corrido muy mentado, la triste historia de un ranchero enamorado que fue borracho, parrandero y jugador. Juan, se llamaba, y lo apodaban charrasqueado, era valiente y arriesgado en el amor. A las mujeres más bonitas se llevaba. En esos campos no quedaban ni una flor”. Mientras sonaba la ranchera, tarareábamos y corríamos felices por la platea jugando a “la lleva”. Después comprábamos dulces en la chaza de la niña Zoila, una señora que vendía cocadas, “caballitos” y bolas de tamarindo. Por los altoparlantes continuaba el ranchero cantando: “Un día domingo que se andaba emborrachando a la cantina le corrieron a avisar “Cuídate Juan que por ahí te andan buscando, son muchos hombres no te vayan a matar”. En ese entonces casi no se escuchaba el vallenato, sino las rancheras de Miguel Aceves Mejia, José Alfredo Jiménez, Antonio Aguilar, etc., que eran los artistas que aparecían en las películas mexicanas junto a Elvira Quintana, Sara García, Lilia Prado y los hermanos Soler. En materia de bares y establecimientos dedicados a la diversión y la ingesta de bebidas alcohólicas, los cuales por obvias razones nunca fui, recuerdo El Boricua, donde se daban cita los mejores bailadores de salsa. En el centro de la ciudad, donde solo iba con Filadelfo, estaba el teatro Colombia, el más grande del país, que ya bastante decrépito debió desaparecer para darle paso a un centro comercial. Cerca de ahí quedaba la Heladería Americana, con su famoso frosomal A San Roque lo mató la proliferación de serví centros, montallantas, y bares y discotecas Ahora que regreso veo que la casa, fue dividida en cuatro, como si fuera un “pasaje”. Y aunque su fachada sigue pareciéndose a la que conocí, ya no hay jardines, ni flores, ni frondosos árboles. En su reemplazo el nuevo dueño puso unas baldosas que llaman tablón. En la casa de enfrente, abrieron una panadería con el irónico nombre de 'El Buen Gusto', como si algo allí mereciera ese adjetivo. El aviso burdamente pintado parece contradecirlo. En lo que fueron los cuartos de la casa, ahora duermen unos locos sobre unos cartones. En lo que fue la sala, hay un asadero, al que llaman “El tizne”. En donde estuvo el garaje, hay una venta clandestina de marihuana. Los vecinos me dijeron que la casa goza de una mala reputación, pues se ha convertido en prostíbulo de prostitutas, homosexuales y lesbianas. mi abuela me contaba, que cuando estábamos chiquitos, mi mamà le gustaba jugar con nosotros dándonos palmitas en las nalgas mientras nos decía: “tortita, tortita, tortita con manteca, para la mama que da la teta”. En otras ocasiones nos levantaba en el aire y nos decía: “tope, tope, tope, tope, tin, chocando lentamente su frente contra ellos y los niños reían felices. En mi caso, recuerdo que cuando pude correr por el patio y comencé a jugar cosas tan divertidas como " tin Marin de dos pingüe”, cúcara mácara, titere fue", o aquel donde uno decía: " la cuchara se pasea de la sala al comedor ,no me mates con cuchillo, mátame con tenedor”, un vecino mandaba al hijo a dormir, diciendo “Esos juegos no son para los machos” y en Diciembre le compraba a ese hijo, una ametralladora” de juguete para que en el futuro el pelao fuera un macho. Mi madre no le paraba bolas a ese vecino y cuando ya estuve mas grande me dejaba jugar a ”La lleva”, “la gallina ciega”,”el escondido”,o aquel donde uno gritaba: “que llueva, que llueva, que la virgen está en la cueva”...y nunca me dejó “suelto de madrina” porque prefiero que digan lo que digan antes que un bandido. Decía. Incluso, cuando llegó la época del “trompo”, el “yoyo”, y la “Ula Ula” que era un escándalo, “porque era de mal gusto, -según mi madre- ver a un pelao “contonear” la cintura así, como si estuviera “haciéndolo” en seco”. Claro que como era un pelao de esos que ahora llaman “piloso” era un astro jugando “yo-yo”, elevando cometas, y por supuesto, haciendo “bailar el trompo”. Recuerdo que estudiaba en las mañanas, y, al medio día; cuando venía de la escuela, lo primero que hacía era coger mi trompo y ponerme a “jugar” descalzo y sin camisa en la mitad de la calle, para indignación de mi madre, quien “chancleta en mano”, salía a buscarme para que sepa este “negro morindoche” que tiene que respetar. Pero cuando mi madre veía a la gente emocionada aplaudiéndome, ella también se quedaba mirándome orgullosa de ver como “el negro morindoche” se lucia bailando bien el trompo” y sonreía porque yo lo ponía “sedita” sobre la palma de la mano, encima de mis hombros, en fin, me lo ponía en la cabeza, y como me sabía todos los secretos no se me caía. Jamás se le ocurrió a mi madre mandarme para los semáforos a pedir plata haciendo malabares. Yo me sabía el juego del trompo y sus distintos lanzamientos como; “el trompo invertido” que se curvaba en el aire; para luego enderezarse y empezar a girar sobre la arena, o sobre el concreto. Yo también me inventé un lanzamiento en donde el trompo “se sostenía en el aire y bailaba solo durante largo rato”. En la adolescencia, llegaron los juegos de mesa como,”la dama” y ,el ajedrez, pero mi madre jugaba con nosotros “el parques”, solo para “defender” a quien atacara a Filadelfo, su hijo “pechichòn” y, como yo era “rabioso”, botaba las fichas y para “torcerle los ojos” me iba a jugar “dominó” con los marihuaneros de la cuadra y me daba trompadas con cualquiera que metiera una “cabra” en la mesa . Hoy los pelaos no juegan trompos, ni chequita en las calles de nuestros barrios, la gran mayoría están en otra onda, “haciendo vueltas”, pendientes de ver quien deja algo “mal puesto” para darle “viaje” y las madres no les cantan a sus hijos “tortita tortita con manteca” porque ese pelao cuando esté grande tiene que ser un varón mija y esos cantos los vuelven maricòn…Mucha mentira porque hasta donde yo se de maricòn no tengo nada Por el contrario fui un pelao avispao, recuerdo que cuando yo estaba niño, todas las tardes, pasaba por la puerta de la casa, un pintoresco personaje empujando un destartalado “carromato”, repleto de juguetes y comestibles que cambiaba por artefactos viejos; como ollas, lámparas, ropa vieja, en fin, zapatos, lo que el cliente le consiguiera. Las tardes para mi, (que era un muchachito pobre), se convertían en un martirio, porque se "me iban los ojos" viendo como mis amiguitos, le cambiaban al hombre, zapatos viejos por trompos, sombreros por bates, o chancletas por pelotas, mientras que yo nunca tenía nada con qué hacer un trueque. Una tarde, cuando mi abuela estaba dormida, haciendo la “siesta” del medio día, y no había nadie en casa, (movido por los gritos del tipo que a lo lejos venia gritando, a todo pulmón, no como ahora que usan bocinas, “Cambio trompos, por zapatos viejos, sombreros por pelotas, bates por chancletas”, me metí corriendo dentro de la casa y saqué con disimulo “unas cositas” y me senté, con cara de “yonofuì” en el pretil, a esperar que pasara “el hombre del carromato” para hacer mi primer trueque. A las tres de la tarde, el personaje estaba en la puerta de la casa y yo, sentado, nervioso, mirando para todos lados, le dije: espere que entre las matas que mi abuela sembró en la puerta, tengo un vestido de encajes y lentejuelas, que en algún carnaval lució mi tía Alicia, y también tengo la chaqueta con la que Papá Juan, mí abuelo, había asistido a la graduación de mi hermano mayor, para cambiárselas pero por un camioncito de madera”. Pero el viejo era un “zorro” que se las sabia todas, me miró y me dijo que para darme el camioncito de madera, tenia no solo que darle esa chaqueta vieja y el vestido pasado de moda, sino otras cositas, porque el camioncito que llevaba era de roble y además ya lo tenía encargado. El tipo fue tan astuto que miró el vestido y la chaqueta de mala gana, como a quien no le interesan y agarrò el carromato, para irse. Yo al ver que me iba a quedar sin el camioncito, me fui sigiloso, caminando en la punta de los pies hasta la cocina y cogì una olla, unos platos, en fin, varias cositas, y se las entregué al señor, quien acepto y me dijo que para mañana buscara mas cosas; porque tenía un tren eléctrico muy bonito que le mandaron del Japón. A la mañana siguiente busque una bolsa de manigueta y mientras mi abuela y mi tía Alicia y Mama Lola, estaban entretenidas en la modistería, metí todos los zapatos y carteras que mi abuela tenía en el closet y una plancha que mi tía Fela trajo de Panamá y todo lo que encontraba en mi camino, para cambiarlos en la tarde cuando pasara el señor del Carromato. Pero cuando ya estaba listo para irme para la escuela y mi abuela no encontró donde hacer el café, porque había desaparecido una ollita de aluminio que le regaló mi madrina Lucilita, el día de su cumpleaños, pegó un grito que me dejó paralizado: “Corran llamen la policía, que anoche se metió un ladrón, pero a Dios gracias, en un rincón del comedor se le quedó una bolsa donde tenia metido zapatos, carteras y hasta una cadena y un anillo de oro que guardo desde que me casé. El muy sinvergüenza, bandido, ratero, desgraciado, -continuaba gritando mi abuela- sin alma, tenía en la bolsa: chaquetas, bluyines, blusas, cortinas, grabadoras, artefactos eléctricos, antigüedades, en fin, cosas que ya no se ven. Mejor dicho nos iba a dejar en la calle el desgraciado. ¿Donde tiene el corazón ese ladrón degenerado? Preguntaba mirándome y diciendo: “Menos mal que en mi familia nunca hubo una persona así y me abrazó y me dio un beso
Desde hace muchos años, mantengo en mi oficina; unos cuadritos de “Los Beatles”, y hace algún tiempo, Cuco Visbal, un amigo que fue tremendo roquero, se los quedó mirando y me dijo: “El rock entró a Colombia y probablemente a Suramérica, por Barranquilla,”. Le respondí: “Claro, “llave”, porque cuando llegó el primer álbum de “Los Beatles”, que en español se llamaba ‘‘Inglaterra a Go-Go’, aquí ya conocíamos grupos como “The Yardbirds”.Eran los tiempos de “las minifaldas”, las botas “go-go” y los carnavales bacanos, “llave”, donde las “peladas” se metían en combo a bailar “El tabaco Rojo”, o el “Avión”, en verbenas como: “Polvorín en San José”, “Entre Palmeras”, “Bocato”, en fin, “los Macheteros”, a “Pleno Sol”, y donde jamás hubo un atraco, o una violación.Ahora la gente tiene que andar “pilas”, llave , porque en cualquier momento los “manes” que andan haciendo “vueltas”, en una “Honda”, de alto cilindraje, se quitan el casco, dejando ver su “corte boleta”, ( se raspan el cabello a los lados) y hasta ahí llegó la diversión, porque los “manes” con su pantalón “Capri”, camiseta “esqueleto”, y “tatuaje” en el hombro inspiran terror. Y ni hablar del parrillero, cachaco, que es quien saca la “nueve milímetros” de la “caleta” y grita: “Vamos pa las que sea “parce” .Estos “manes” de ahora, “bajan” al que sea de la “tula”, dizque “a lo “bien”. Pero si el “tío” se pone “pesado”, es decir, si no se deja quitar las “Lukas”, entonces de “one”, le van dando “piso”, “parce”, para que sea “serio” y no salga “faltòn”.!Los “bacanes” de los años 70, por el contrario, teníamos el cabello largo y andábamos por las calles “full”bacano”; caminando en la punta de los pies, porque estábamos en el cuento de “la nueva ola”, creyéndonos los “Putis Boy de la caja de fósforos”, tirando pases en los estaderos de la 21; pero, eso si, a nadie se le ocurría hacer “una vuelta”.Yo recuerdo las “funciones en el antiguo Cinema de la calle Murillo, donde las colas doblaban la cuadra y todo el mundo iba “enmechao” con su “Lee”, comprado en “Sanandresito”, sus buenas “rayban”, y obviamente bien oloroso con su “brut” que era el perfume de moda. Ahora, en cambio, los “manes” hacen sus “vueltas” y no huelen a nada, “llave”, todo el “te-vi-llegar” se lo tiran “soplando”.Otra vaina que recuerdo perfectamente, fue cuando llegó a Barranquilla, la película “Fiebre de Sábado por la tarde” con el John Travolta, bailando “a lo maricòn” y presentada en función de estreno en el Teatro Colon. Esa película sollò a todo el mundo. Ahí fue cuando comenzaron a salir del “closet” los primeros maricones del barrio Olaya. Lucho, que era un man serio, analiza que trabajaba en el Sears, después que vio a John Travolta, en el Colón, se compró dos metros de “terlenka” y mandó a hacer un “lionso” “bota ancha” y empezó a caminar raro y gritaba: “Primero muerta que desangrada”Inolvidable es para mí, el año de 71 cuando en los estaderos de la 21, íbamos con la “crema innata” de la “bacanerìa” Olayera, tomando, bailando y viendo como el “Billy Conn”, “mi vale”, hacia la “fonomimica” de Sandro, Rafael y otros baladistas de la época. ¡Eche y el Ley Martín también, le jalaba a la vaina.Claro, que el éxtasis, mejor dicho, el momento cumbre de la noche, era cuando salía al “ruedo”, el famoso “Negro Ray”, sin duda, el mejor bailador de salsa del mundo, a deleitar a los asistentes, bailando el tumbao de Ray Barreto, o el “ja la jala bugalú”, de Ricky Ray, porque el “grone”, era un “show-man” bailando, tanto que cuando el tremendo Louie Ramírez, quien hizo los arreglos del "El Títere”, lo vio en un video que le llevó un “vale” a Nueva York, dijo que el “grone” era un genio bailando Salsa.Los pelaos de aquel entonces, aunque estuviéramos en una esquina “jalándole la tira a todo el mundo”, “tirando gafas” para ver cual era la “jeba” que se había dejado “dañar el “caminao”, para caerle, (ustedes me entienden), nadie hablaba de “vueltas,” ni de vainas raras, ni nadie tenía un revolver “llave”, mejor dicho, todo el mundo era “zanahorio”. Por eso ahora, cuando hago el registro de los muertos de la semana, y miro los que mataron aquí y los que “chuletiaron” allá, le subo el volumen al equipo para escuchar la música de Ismael Rivera recordar los dias cuando en Barranquilla se “bailaba así” y no se “mataba así”.No puedo negar que tengo una fijación por las casas donde han ocurrido crímenes o hechos históricos. En ocasiones pienso que estoy loco, porque me gusta mirarlas y reconstruir mentalmente lo que allí ocurrió, pero un amigo me dice que eso no es locura, pues si eso fuera así todos los turistas que gastan miles de dollares visitando lo que fue la casa de Marilyn Monrroe o de Hitler o de Musoline, estuvieran locos. La gente va allí a sabiendas que no encontrará a los personajes, solo verá paredes, pisos, techos, en fin, cosas materiales que aparentemente no dicen nada, pero al tocar esas paredes y pisar esas baldosas que es lo único que queda de la historia, encontrará aquellas explicaciones con la que los jueces, en la diligencia de “reconstrucción” toman decisiones. Cuando paso por esas sólidas y tristes mansiones del viejo Prado, mentalmente me pregunto: ¿Qué habrá pasado aquí? Entonces vienen a mi memoria las casas donde Juanito, mató a sus padres, la casa de las Kaled, donde ocurrió tal vez el crimen mas espantoso de la historia barranquillera, desafortunadamente para mi fijación, esa casa fue demolida y ya no puedo reconstruir los hechos en el sitio de la tragedia, pero si los puedo contar porque los vivi. Era la madrugada del lunes 5 de marzo de 1984 yo llegué más o menos a las 5:30 AM. en mi moto Kawasaki, a la esquina de la calle 72 con la Cra.44 a un kiosco donde vendían ostras Allí escuché a una muchacha del servicio domestico le gritándole a otra que estaba en un segundo piso: “En la carrera 44 con la calle 75 mas allá de la tienda Santa Marta, mataron un poco de gente”. Yo había llegado a ese kiosco, a esa hora, casualmente, y tan pronto escuche aquella información ( como trabajaba en la Crónica Roja de LA LIBERTAD) pese a que en esos días de carnaval el periódico no circulaba, me dirigí al lugar indicado por la muchacha.Cuando llegué a la tienda Santa Marta, Cra. 44 con calle 75 , es decir, a media cuadra del lugar de los hechos, me sorprendí al ver que Benjamín Gómez , fotógrafo de la LIBERTAD, ya estaba allí . “Nojoda tienes el golero en el hombro, le grité y él, al verme me apuró; agitando las manos, para que corriera hacía la casa verde que estaba a mitad de cuadra y mirara por una ventanita antigua, de aquellas que tenían bolillitos de madera. Lo que vi me dejó marcado para siempre. Horrorizado vi, primero, el cuerpo de una muchacha de algunos quince años, tirada boca abajo, con el pelo mojado, giré la cabeza y vi otra señora de algunos 50 años, sentada sobre un mueble de la sala con un trancazo en el rostro y mas al fondo de la vivienda, a la entrada de un baño, una mano de una señora mayor. Eran Lucía Fernanda Kaled, de 16 años y estudiante del colegio Nuestra Señora del Buen Consejo, quien según el dictamen de Medicina legal murió hacía las 3.30 AM, Nina Kaled, de 50 años, quien se desempeño como funcionaria en la Electrificadota del Atlántico y quien murió hacía la 1. 00 AM y Lucía de Kaled, de 74 años, dedicada a un Movimiento Cristiano, quien murió hacía las dos de la mañana. La casa estaba totalmente desordenada, los muebles tirados al revés, las cortinas desprendidas y las trancas regadas por todas partes.Después me fui con Benjamín, a revelar las fotos, ya la noticia se había regado por toda la ciudad pese a que en aquellos momentos no habían noticieros locales, ni periódicos, porque estábamos en pleno carnaval, hasta la gente se salía del Festival de Orquestas, en el Coliseo Cubierto, donde ese año se presentaron el Gran Combo, Johnny Ventura, Juan Piña , Jorge Oñate, entre otros, y desfilaban para ver la macabra escena. El alcalde de Barranquilla Jacobo Acosta Bendeck y la reina del carnaval Flavia Santoro, llegaron al lugar de los hechos.La investigación dirigida por Luis Donado Sotomayor, indicó que en la noche del domingo las damas recibieron la visita de don José Kaled, padre de la niña Lucia Fernanda, quien residía en la carrera 43B No. 76-40, es decir, a pocas cuadras del lugar y quien fue a llevar a su hija para que se quedara aquella noche en casa de su tía Nina y su abuelita Lucia. Sin embargo, un vaso y una botella de aguardiente fueron “testigos mudos” que alguien más había estado aquel domingo en casa de las Kaled.Las huellas de unos pies descalzos, que quedaron impregnadas con sangre en una de las baldosas de la casa, así como las manchas de sangre sobre el teléfono indicaban que una de las tres damas asesinadas intentó tomar el teléfono, pero fieros golpes de tranca se lo impidieron. Despues de revelar las fotos me fui con Benjamín para las instalaciones del antiguo F-2 de la calle 47 haber que datos habían sobre el triple crimen. Allí me dijeron que ya habían capturado a tres sospechosos y que el abogado era Sostenes Zabarían, mi hermano, quien al verme montó en cólera y me dijo : Eche, tú también crees que esos muchachos ( los capturados eran sus clientes , dueños de una discoteca que quedaba en la parte de atrás de las Kaled y quienes habían tenido problemas con ella por la bulla del equipo de sonido) tienen algo que ver con esa vaina?Los doctores German Rosales Llanos, Q.E.P.D. y Antonio Nieto Güete, dos de los abogados mas prestantes de la ciudad y con quien manteníamos una estrecha relación de “profesor a alumno” también llegaron al F-2 habían recibido poder de la familia García para constituirse en parte civil me indicaron: “Cuidado vas a cometer el error de decir en el periódico que a esas damas las asesinaron unos sicópatas, como están diciendo por ahí, porque eso va contra el mas elemental razonamiento lógico. “A esas mujeres tuvo que matarlas una sola persona, porque el estilo es el hombre. Nada explica que una “banda de criminales” se convoque para matar a sus victimas; en una misma forma y con una misma arma”La ciudad estaba conmocionada sólo se conocía el comentario callejero sobre el execrable crimen. Y la gente desfilaba frente a la casa situada en la carrera 44 entre calles 75B y 76, donde hoy en día está el Jardín Americano, tratando de develar el misterio. En Barranquilla todo el mundo se convirtió en detective y todo el mundo opinaba. Marco T Barros Ariza, quien es vecino del sector, me dice que la gente en la cuadra duró dos días sin dormir. Surgió la novela callejera.Sin embargo, el miércoles 7 de marzo de 1984 los diarios reseñaron en primera página: “Sicópatas asesinaron tres damas en el Carnaval”. La información ilustraba cómo habían sido golpeadas con trancas tres mujeres de una familia prestante: madre, hija y sobrina en el barrio El Porvenir. Vino entonces esa oleada de información permanente que duró tres años, donde casi a diario se publicaba algo nuevo sobre el crimen.
Recientemente visité la casa donde crecí, donde en cada rincón (como dice García Márquez), habían muertos y memorias. Por eso al quedarme allí comprobé que después de las seis de la tarde aquella casa era intransitable. Era un mundo prodigioso de terror. En esa casa había un cuarto desocupado donde había muerto MamáLola. Había otro cuarto donde había muerto la tía Alicia. Entonces, de noche en esa casa no se podía caminar, porque había más muertos que vivos.
Es que ahora en Barranquilla la gente se ha vuelto muy viva, en el mercado , es común ver todas las mañanas, al vendedor de aguacates, sin camisa, empujando su carretilla hasta un determinado sitio donde moviendo los hombros , es decir, “bailando en seco” coloca encima de la mejor “pila de aguacate”, un aviso que dice: “Aguacates a 200 pesos” y cuando el cliente, ( que anda “loco” “tirando lente buscando los productos mas baratos) mira el aviso que está sobre los aguacates, y de “una” se acerca entusiasmado por la oferta y pregunta: ¿Aja, vale!. ¿Cuáles son los aguacates de doscientos pesos? El vendedor, levanta los brazos, bosteza y dice con pereza: “Erda, patro, los aguacates de doscientos se acabaron, mi llave, ahora solo quedan los de tres mil Lucas.”Desafortunadamente no son solamente los vendedores de aguacates, los que en algunas ocasiones, engañan a los clientes, también en muchos “superalmacenes”, usted entra y mira que sobre lujosas prendas de vestir, hay letreros que dicen: “camisas desde solo $5 mil pesos” ¡Uy, que ganga” piensa y recuerda que tienen un billetito de $5 mil, encaletado en la cartera desde la quincena, y sin pensarlo dos veces, “pilla” la camisa que mas le gusta y sale corriendo para la caja a pagar “la mecha” del sábado. La cajera, muerta de la risa, lo ve llegar con su billetito de $5 mil y le dice: “No señor, no está ni tibio, esa fue una promoción que hubo hace 15 días, pero ya se acabó. Ahora esas camisas valen $37 mil pesos”. ¿Y si la promoción acabó por qué no quitó el aviso? Pregunta el cliente ingenuamente, y como la cajera “se las tira de loca” y no responde, el cliente vuelve a preguntar: ¿Quería seguir engañando a la gente? Ahi es entonces cuando la cajera, cierra los ojos, toma aire en los pulmones y grita con todas la fuerza de su alma: ¡Seguridad! ¡Seguridad! ¡Seguridad! ¡Seguridad! Y enseguida viene corriendo un negro de ojos saltones, gordo y barrigón que mide como dos metros, con un garrote entre sus “garras” y sin preguntar qué pasa, le “zampa” al cliente tres garrotazos en la cabeza y lo saca del almacén, diciendo: “Para que sea serio”
Desde el día en que me metí a investigador averiguando las vainas que pasan en Barranquilla también he pasado mis “sofocos” como decía mi abuela para referirse a los sustos. Recuerdo queintereado en saber còmo vive la gente en eso que ahora llaman “ollas” me fui una noche a una casa donde veìa Muchachos, entre 15 y 20 años, que no logran conciliar el sueño y se revuelcan en la cama, pensando en la fechoría que cometerán al día siguiente, es como “aparentemente transcurre” la noche, en una de esas casas que ahora los bandidos llaman “ollas”.
Pero mientras, los muchachos intentan conciliar el sueño, “craneando” el “trabajo” que harán al día siguiente, la madre ni intenta dormir, pues debe permanecer toda la noche, “pegada” a la ventana, con una bolsa llena con “bareta” “coca” y “bazuco”, que ofrece con “silbidos” a quienes deambulan por la madrugada.
Los transeúntes que la mayoría son “desechables”, son hombres descamisados que regresan a la una o dos de la mañana a los inquilinatos del sector, conocen el “santo y seña” de la “Cucha” y se acercan a la ventana, con un billete de dos mil pesos en la mano, mirando para todos lados.
Antes de comprar su “dosis”, los “manes”, para no perjudicar a la Cucha, porque saben, que hay una ley de “extinción de dominio” para las “caletas” donde vendan drogas, comprueban que en la zona no haya “buey”.
Pese a que la mayoría de los clientes son “desechables”, hombres y mujeres que en la noche andan “tirando gafas” haber cómo consiguen con qué comprar la droga, las ventas de “La Cucha”, alcanzan los doscientos mil pesos diarios. “Pero los hijos no me dejan ahorrar un “billetico”, se lamenta la Cucha y agrega: “Esos pelaos se la pasan “soplando”.
Los desechables en su “viaje” le quitan el retrovisor, el parabrisa o una llanta al carro, que encuentran “mal parqueado” y lo venden por lo que “tire” el viejo Lucho, un señor antioqueño, que parece un “doctor”, y quien tiene su “negocio” al lado de la “olla”.
Don Lucho, es muy trabajador, permanece toda la noche en su “plantecito” comprando “quiebres”. Por un retrovisor, don Lucho, “tira” dos mil Lucas, por una llanta cinco, en fin, por un parabrisa mil, y si el “desechable” se pone “pesado”, es decir, quiere poner el precio, don Lucho, lo amenaza diciéndole: “A usted lo voy a “abrir” y no le vuelvo a comprar mas nada”
A la ventana también llegan prostitutas, con la cara barreteada de colorete y oliendo a “pachulí”, un perfume que hacen con fragancias que vende “Juliao”, homosexuales con sus faldas largas y las caras cortadas, cigarrones con sus “tatuajes”, en busca de su porción de “bazuco”.
El basuco se vende más, porque es mucho más barato que la marihuana y más económico que la coca, ya que este es “el cucayo” que los “jíbaros” llaman “el campeón”. “Porque a esa vaina, mi “vale”, -explica un man- no le gana nadie. El “vale” que mete bazuco, a los pocos días pilla carretera”.
A las dos de la mañana, se “calienta” la zona, una lujosa camioneta pita y de rapidez, muy piloso, se baja un “vale” con un tatuaje en el brazo y antes de “pillar” su “merca”, mira a la vieja y le dice: “Fresca mi tía, que conmigo es todo bien”.
Sin embargo, a los cinco minutos, es decir, a las 2:05 aparecen dos manes en un “zapatico” diciéndole al “parce” de la camioneta, que se “pise” de aquel lugar, porque “dos pecuecas” les dieron “dedo”.
De pronto, rompiendo la tranquilidad de la noche, una mujer que bailaba en la terraza de la casa, el “dance hall”, una música que ahora esta de moda, pega un grito y sale corriendo, porque en medio de su “traba”, se pilló que en la esquina había un carro sospechoso, con vidrios polarizados.
La mujer iba corriendo “embalada” por la mitad de la calle, mirando para atrás, pero antes de llegar a la esquina, se escucharon los primeros disparos y los gritos de las mujeres que salían de sus casas, en ropa interior llorando.
En menos de cinco minutos, el sector que aparentemente se veía tranquilo, se convirtió en un “campo de batalla”.
Los miembros de una pandilla, que hace mucho rato vienen sembrando el pánico en la ciudad, estaban “ajustando cuentas” en la zona, justo en el momento en que yo, pensando que ya sabía como era “una noche en una olla”, había decidido abandonar el lugar
Bancas, sillas, y mesas, volaban por los aires, luego que los facinerosos, se metieron en la casas, buscando a dos muchachos, entre 15 y 20 años, que en la mañana, supuestamente les habían hecho una “faltoniada”. Son los hijos de la Cucha, por eso ella al ver corriendo a “la mosca”, como le dicen a la mujer que bailaba el “dance hall”, dio la voz de alarma, a sus hijos para que se “pisaran” del lugar.
Nosotros que llegamos a ver cómo era “una noche en una “olla” y tomamos fotos y apuntes relativos a ese drama que diariamente se vive en varios sectores de la ciudad, regresamos pensando cómo pueden las autoridades solucionar ese conflicto social.
En el camino ya de regreso a casa, miramos a una “prosti” que estaba parada en la puerta de un apartamento ruinoso, que en la ventana tenía un aviso escrito con letras rojas que decía: “Se alquila este apartamento”.
¿A cómo? Le pregunté y la “prosti” respondió: ¡La amanecida vale diez Lucas. Al día siguiente me puse a averiguar por una mujer que apareció muerta en una trocha por los lados de Juan Mina, y llegue a la conclusión que si se hubiera investigado bien, esa era “la clave” para dejar al descubierto; no solo a una bien organizada banda de maleantes que tienen “azotados” a los “buscadores de sexo clandestino”, sino a los “conocidos personajes” que contratan homosexuales para hacer orgías. La mujer, según nos indicó un informante, vivía en una pensión de “mala muerte” ubicada en el centro histórico, y al parecer habría intentado “extorsionar” o “sobornar” a un personaje que fue violado por uno de los “gays” que viven en esa pensión. En ese hotelucho también vivió, hasta hace poco, una jovencita muy linda que al decir del taxista amigo (quien me sirvió de informante), no participaba en las “andanzas” de sus amigas, por el contrario, siempre estaba calladita, sentada en la puerta de entrada del hospedaje, como si fuera una portera. Curioso como siempre he sido, fui hasta ese lugar y me le acerque a la jovencita; que en realidad era muy linda y le dije… “ ! Hola! ¿Quieres hablar? Me miro y dijo: “No. No puedo. No quiero que me maten”. Me lo dijo de forma tan natural que me asusté. Al día siguiente, movido por la curiosidad y un poco mas calmado, volví a ese lugar y me senté junto a la “bella porterita”. Ella sospechó lo que yo quería saber y saco un papelito que tenia escondido dentro del “brasier” y me dijo; “Ahí está escrito todo lo que está pasando en este lugar. Pero yo no tengo nada que ver con esa “vuelta”, aclaró. Ahí están los nombres de las personas que utilizan a las muchachas para vender las drogas, para hacer atracos y hasta para extorsionar a los clientes”.No obstante que la joven me indicaba nombres de personas conocidas en la ciudad y algunas direcciones de “trásfugas” que actúan como “proxenetas”, para que supuestamente yo los denunciara o hiciera un trabajo periodístico, la verdad es que no se pueden hacer noticias, ni muchos menos comentarios sobre anónimos. Además, lo que esa joven escribió no era nada nuevo, decía: “que las mujeres enamoran a los hombres para darles burundanga, que hay unos “cigarrones” bien parecidos que ofrecen sus servicios sexuales a empresarios “gays” para luego quitarles las tarjetas y sacarles la clave y así despojarlos de la plata, en fin, cosas que ocurren todos los días en Barranquilla. Pero, lo escalofriante, era que en el escrito no dejaba dudas que las “victimas”; es decir, los tipos que son “burundangueados” o “violados”, son los mas interesados en esconder la noticia, en evitar que se divulgue la situación y en aras de ese silencio, son capaces de matar. Por eso al enterarme que la muerta era una de “las chicas de la pensión”, me fui a buscar a la enigmática “porterita”, para ver qué me explicara si la muerta había dicho algo de lo que ocurría en la pensión, pero su asiento estaba vacío. Había desaparecido de aquel lugar. Le pregunte por ella a un muchacho que vende golosinas y cigarrillos en una chaza que está al frente del tenebroso negocio, y me dijo: “Uy, “llave” esa “lea” “campaneo” una jugada, abrió el pico, y yo creo que la tienen encerrada en su cuarto, ve a ver si todavía no la han “chuletiado”. Con mucho sigilo entré a la pensión y fui hasta la habitación de la joven. Mientras la buscaba, yo miraba por la ventana que da para la calle. Los cristales comenzaban a mojarse, había empezado a llover y mientras las gotas corrían, sentía que mi corazón latía muy rápido. De pronto apareció la jovencita, toda golpeada y con moretones en la cara y me dijo: “Váyase antes que lo amarren, “llave”, pues al señor a que los “cigarros” violaron, anda silenciando el mundo”.Siempre me acuerdo que un 24 de Marzo de 2003, el cachaco de a tienda, aburrido de las faltas de respeto de un lechero, tomó una vieja pistola que guardaba debajo del mostrador y que nunca había usado y le dio cuatro tiros en la cabeza John Jairo, que así se llamaba el vendedor de leche, que murió sin tener la menor idea del por qué el cachaco, que hasta ese día había sido buena persona, decidió matarlo como un perro delante de toda su clientela. La historia comenzó cuando en varias esquinas de San Roque, uno de los barrios más tradicionales de Barranquilla, María del Carmen Luz, una vendedora de bolita, repetía con inusitada insistencia, que al cachaco de la tienda, un muchacho serio que no se reía con nadie, dizque “se le mojaba la canoa”.Las vecinas del sector, decían que el cachaquito era un muchacho serio y que solo se trataba de “un vil chisme” de María del Carmen, quien se estaba vengando, porque el muchacho no le fiaba ni un Mejoral. ¿Y saben por que el cachaco no le fía a esa señora? ¡Por faltona, -explicaban las vecinas- por tramposa!. Otras señoras, quienes diariamente iban con el “vale” a fiar la carne, el arroz, y el aceite, defendían al cachaco de las calumnias alegando que “eso de maricòn”, no era cierto, pues ese muchachazo lo que había demostrado de sobra, eran actitudes varoniles y que “un papacito” como ese, alto, blanco, ojos verdes, fornido, no podía tener preferencias homosexuales”.“Además que sea “gay” no es nada del otro mundo y agregaban: “En Barranquilla hay locutores, políticos, dueños de almacén de ropa, porteros de edificios, en fin, “controles” de emisoras, que les gusta la carne “de res y de cerdo”.Pero, como María del Carmen, tenia “cazada su pelea con el cachaco”, desde el día en que este le negó “un fiao”, gritándole delante de todo el mundo, que ella era una vieja alcahueta, que “se pelaba la cara para darle de comer a unos hijos “chacarones”, que mantienen durmiendo en la casa”, no perdonaba la ofensa y cada vez que recordaba el insulto, se paraba en la esquina y cuando la tienda estaba llena decía: “Lo grave, es que ese cachaco anda enamorando a los pelaos del barrio”. Afirmar aquello, en una cuadra, donde todos le debían al cachaco le valió a María del Carmen Luz, el odio de las vecinas, quienes la trataban de “vieja decrepita”. Sin embargo, María del Carmen, no se retractaba, por el contrario, con más rabia se iba para la tienda, se lo quedaba mirando y le decía: “Nadie me quita de la cabeza que usted es maricòn.” Aquel chisme era la comidilla diaria en el barrio, y como la calumnia de tanto repetirla parece verdad, John Jairo, el muchacho que llevaba la leche, le agarraba las nalgas al cachaco, hasta el 24 de Marzo de 2003, cuando el cachaco aburrido de tanta agarradera, tomó una vieja pistola que guardaba debajo del mostrador y que nunca había usado y le dio cuatro tiros en la cabeza John Jairo, el vendedor de leche, que murió sin tener la menor idea del por qué el cachaco, que hasta ese día había sido buena persona, decidió matarlo como un perro delante de todos sus clientes. Al día siguiente cuando salió la noticia en los periódicos y los reporteros tomaron testimonios de los testigos, se decía que un cachaco energúmeno, mató sin motivo aparente a un humilde vendedor de leche, y atribuyeron la violencia del homicida, a la falta de tolerancia, en fin, se desconocía lo que había “en el canto de la cabuya” y que los muertos en Barranquilla, no son por falta de tolerancia, ni porque la gente quiera andar matando a nadie, sino porque los chismes y las calumnias los provocanSoy el primero en reconocer que en algunas ocasiones me cuesta trabajo entender las noticias. Hace varios meses, por ejemplo, alguien me dijo que una figura pública, estaba muy enfermo “hablando locuras en la Clínica del Caribe”, pensé que se referían al “Boby”. Sin embargo, alguien me aclaró que no, que estaba equivocado, que se trataba del celebre cantante Joe Arroyo. Desafortunadamente este es un problema provocado por el hambre que he pasado desde que a mi casa llegò la roya. Y ya la cosa me preocupa, porque esa no fue la primera vez que malentiendo las noticias. El otro día leí en el periódico una noticia que decía: “Testaferros en la mira de la Fiscalía”, enseguida pensé que iban a meter preso al dueño del almacén donde trabaja mi mujer porque siempre he pensado que ese señor anda en malos pasos, mejor dicho, creo que está “lavando dinero” y justamente, esa mañana cuando lo vi pasar a toda velocidad, por Olaya Herrera, en su lujosa camioneta, seguido por dos motos de la Policía, me alegré y pensé: ¡Ya lo van a coger! Y empecé a gritar: “Si señor, cojánlo, llévense a ese es bandido hijo de mala madre que anda vendiendo mercancía barata para lavar el dinero”.Afortunadamente un transeúnte que leyó bien las noticias y vio que ahí no mencionaban a nadie, me dijo que me callara y me explicó que a ese señor no lo iban persiguiendo, sino que por el contrario, lo iba escoltando
Una muerte que me dolió muchísimo fue la de Consuelo Araujo, a quien mataron un 24 de septiembre de 2001 cuando luego de una ceremonia litúrgica en Patillal, regresaba a Valledupar y la caravana de vehículos en que se desplazaba, fue detenida por “un retén” que guerrilleros del frente 59 de las FARC, que habían montado en la carretera.
Consuelo creyendo que se trataba del Ejército, descendió altiva del vehículo y se identificó. El grupo subversivo tan pronto vio que se trataba de la celebre Cacica, desviaron la caravana, secuestraron a Consuelo y a todos sus acompañantes.Después del secuestro, los guerrilleros, como sentían la presión del ejército y como no podían avanzar con tanta gente, fueron liberando una a una a todas las personas que venían en la caravana. Pero como estaban acorralados y sabían que no iban a salir bien librados de aquella aventura, en la madrugada del 30 de Septiembre, la asesinaron a quemarropa y abandonaron su cadáver.
En Consuelo se admiraba todo, pero ante todo, su temple. Yo la conocí una mañana en que llegue a su casa en Valledupar, con el fin de convencerla de que el departamento enviara al concurso de belleza en Cartagena, a Mónica Saade, a quien en Barranquilla no la habían querido elegir como señorita Atlántico. Consuelo me recibió sorprendida pero igualo después de escucharme tomó el teléfono y llamó al gobernador Rodríguez Valera y al día siguiente yo tenia en mi poder el decreto donde se nombraba a Mónica como señorita Cesar.
En la plaza la gente recuerda que cuando Consuelo, se casó con Hernando Molina, a este lo habían desahuciado por el llamado “tifo negro”. Pero a Consuelo eso le importó y se casó con él en su lecho de enfermo.
Cuando Consuelo escribía su “Carta Vallenata” en el diario “El Espectador” la gente esperaba con ansias la publicación, porque siempre formuló fuertes y repetidas denuncias contra todo lo que fueran irregularidades administrativas. En eso era experta. La Corte Suprema de Justicia terminó condenándola por injuria y calumnia, pero eso no la amilanó, por el contrario, mas “rejo” dio en el programa radial "La Cacica comenta” que se transmitía por Radio Guatapurí.
Sin embargo, Consuelo no era una mujer de odios ni rencorosa. Durante una misa en honor del patriarca liberal Miguel Pineda Bastidas, Consuelo se encontró con Aníbal Martínez Zuleta, su archienemigo, justo en el momento en que el cura le pedía a la concurrencia “que se dieran la paz”. Los dos se miraron una fracción de segundo y ninguno de los dos retrocedió. Sin mediar palabra, en un acto fugaz, pero cargado de sentimientos, se chocaron las manos, se dieron la paz y se vio en Consuelo una lagrima furtiva.Consuelo Araujo Noguera dejó los estudios porque su hermana Chavita murió luego que a un policía se le disparara un revólver. Le tocó entonces a ella salir a trabajar y se volvió obsesiva con la lectura. Cuando quiso regresar al colegio se dio cuenta de que “sabía más que los profesores”.
Consuelo Araujo fundó en 1968 el Festival de la Leyenda Vallenata, para la cual se unió con Rafael Escalona y cuentan que cuando fueron a presentarle la propuesta al Gobernador Alfonso López Michelsen este les dijo: “No recibo esto como una propuesta, sino como una orden y me doy por invitado al Festival” me cuentan que por aquellos días llegaron a Valledupar todos los acordeoneros de Colombia, pero a Consuelo le llamó la atención Alfredo Gutiérrez, quien para entonces tenía pegados muchos temas de Gustavo Gutiérrez, tales como “Ojos indios”, “La cañaguatera”, en fin, “Anhelos” ( que tanto gustó a mi hermano Filadelfo Q.E.P.D.), y ella le pidió que le tocara algunas parrandas, pero luego que Alfredo le tocara el acordeón con los pies, Consuelo cuestionó el estilo de Gutiérrez en su programa radial. “Ese es un payaso” Dijo.
En el segundo festival, el de 1969, Gutiérrez fue eliminado en las preliminares, lo que desembocó en unas ampulosas declaraciones de Gutiérrez contra Consuelo. A lo largo del conflicto, Gutiérrez llegó a decir que Consuelo estaba enamorada de él, lo que motivó una indignada reacción por parte de aquella, quien en una ocasión dijo que “los varones de mi familia van a tener que tomar cartas en el asunto contra Alfredo, porque de lo contrario, yo me quito la falda y me pongo pantalones”.
Cuando Alfredo Gutiérrez concursaba en el Festival de 1986, durante la interpretación del aire de paseo, Alfredo Gutiérrez le dedicó a Consuelo Araujo estos versos de la canción “La Muchachita”:“Yo la tengo dominada,¿a quién? A esa linda muchachita...”Consuelo se levantó furiosa de su silla, moviendo el dedo índice de un lado para el otro, gritando a voz en cuello que Gutiérrez quedaba eliminado porque el Festival prohibía menciones expresas a los directivos del evento.Consuelo era amiga de sus amigos. Cuando Diomedez Díaz cayó en desgracia, luego del asesinato de Doris Adriana Niño, fue Consuelo quién usó todas sus influencias para darle apoyo al cantante y logró que le dieran “casa por cárcel” en Valledupar y fue ella quién se le atravesó a un grupo de agentes de la Fiscalía que fueron a Valledupar con la orden de trasladar a Diomedez Díaz a Bogotá.
Consuelo ocupó importantes cargos, fue cónsul de Colombia en Sevilla, España. (1974-1978) Ministra de Cultura (2000-2001) Publicó tres libros, imprescindibles para la cultura Vallenata, como son:”Vallenatología” “Escalona, el hombre y el mito” “El lexicón del Valle de Upar”.
En Julio del 2007 el Estado Colombiano fue condenado a pagar una millonaria indemnización por su muerte, pero Juan Manuel Santos, el Ministro de defensa, presentó un recurso de apelación contra la sentencia proferida por el juez Sexto Administrativo de Valledupar que declaraba responsable a la Nación y hasta la fecha no se ha vuelto a hablar de la indemnización
ANTES QUE LLEGUE LA HORA
(Capitulo II)
La última vez que estuve en la Cueva, fue cuando Mary, mi hermana, quien vive en Miami, vino a Barranquilla, acompañada de unos familiares de Carlos Berrio, su esposo, y me invitaron a comer unos deliciosos chicharroncitos en ese lugar.
Antes había estado durante el al lanzamiento del libro sobre “Caruso”, el canario campeón mundial, invitado por Carlos Castellanos, el propietario del maravilloso ejemplar.
Este lugar, al que poco visito, lo mencionábamos mucho en aquellas madrugadas cuando en la redacción del periódico, LA LIBERTAD, cuando me divertía "corrigiendo" con Carmen Peña y Marcos Swarrtz, las obras de García Márquez, locuras que jamás se olvidan.
Eran los tiempos en que solo iba al periódico en las madrugadas, porque estaba haciendo exámenes en la Universidad Libre y no tenia tiempo para escribir y existía la posibilidad que me “botaran” del periódico, entonces Carmen, sabiendo lo que yo necesitaba el sueldo, cogía la crónica de Arturo Donado, le cambiaba ciertas cosas y la ponía en primera página: "Por Raúl Mestre Jurado" y así no me botaban.
Claro que no quiero ni recordar lo que pasaba al día siguiente; cuando Arturo, llegaba, en su viejo “Dodge Dart”, "endemoniado", preguntando por mi, por Carmen, en fin, por la persona que le había quitado el crédito, a su noticia, “para meterle una cachetá”. Entonces Carmen, inteligente como siempre, lo tomaba por la solapa de la camisa y le decía: "Mira, yo puse a Raúl, en la noticia, porque esa crónica era muy peligrosa y tu tienes muchos enemigos y así te evito problemas. Arturo no quedaba muy convencido, pero me quería tanto, que ahí mismo se quedaba quieto, no decía mas nada.
No se por que extraña locura, en aquellos tiempos, yo me iba para el Mediterráneo, un restaurante que quedaba en la 72, a escuchar a los contertulios de El Heraldo, Juan Gossain, Fabio Poveda,..etc. y Carmen me decía "Bueno y tú que haces ahí, viéndole la cara a Gossain? “Eche, para ver si así escribe igual -decía Marco T- con sorna .Y como yo peleaba para que mi crónica saliera en la página 11A y nadie sabía por qué, entonces Marcos, en voz baja con cierta preocupación preguntaba: ¿Por qué Raúl pelea para que su crónica salga en la 11A? “El es loco, respondía Carmen. ¿Será para que nadie la lea? Preguntaba el “Ruso” como Marco T Barros, le decía a Marcos. La curiosidad por mi locura de la 11ª fue tanta que Alberto Agamez, le decía a Lucho Rodríguez, el armador, cambia lo que está en la 11ª y la pasas para el cuerpo B.
Recuerdo la Crónica: “¡No era que Pabla, no quería parir, sino que la barriga era de trapo!” Aquel día yo decía: “Una mujer que durante varios meses, fingió un embarazo, quedó al descubierto cuando la suegra la llevó donde una sicóloga y en el hospital advirtieron la embrazada, lo que tenia en la barriga era una almohada rellena con sobrecamas, bluyines, cortinas, chaquetas, y ropa vieja”.
Toda la vida, o por lo menos desde muy pequeño, escuchaba a mi abuela preguntar con ironía: ¿Al fin parió Pabla? Y mi tía Fela, quien casi siempre era la destinataria de la pregunta, negaba con la cabeza, torcía la boca y respondía: ¿Nada mija, nada. ¡Todavía está pujando!
Yo como estaba tan pequeño, no comprendía que Pabla, no existía, ni mucho menos que era “un personaje ficticio”, con el cual nuestras abuelas tiraban “puyas” en un lenguaje figurado que solo ellas entendían. Por eso una madrugada lluviosa de Octubre, cuando mi abuela se levantó más temprano que de costumbre y me llamó para que le comprara una botella de gas, para prender el fogón, porque el carbón amaneció mojado, yo le pregunté: Abuela. ¿Quien es Pabla? ¡Déjese de preguntar pendejadas”, respondió furiosa y agregó: “Vaya a ver si la puerca puso”.
Como en la escuela me habían enseñado que las puercas no ponen, solo las aves, como las gallinas, son las que ponen huevos, porque son ovíparas, se me creaba un conflicto mental en la cabeza, que mi abuela tampoco me aclaraba, sino que decía: “Tú eres un pelao muy ladino. Todo lo quieres saber”.
Sin embargo, cuando Papa Juan, mi abuelo, salía en la mañana, bañado en agua de “María Farina”, caminando como un pavo real con la cabeza en alto y con un bastón que no necesitaba, pero que los señores usaban como símbolo de elegancia, y se despedía diciéndole a mi abuela: “Voy para el centro, a ver si ya parió Pabla.”. Mi conflicto era mayor: ¡Carajo! ¿Quién será Pabla?
Recuerdo que mi abuela lo seguía con la mirada; hasta que el viejo se perdía en la distancia y con resignación se ponía sentada en un mecedor de bejuco, a remendarme las medias, hasta cuando Papa Juan, regresaba cabizbajo y ella despectivamente le preguntaba: ¡Aja Juan! ¿Parió Pabla? El viejo, se quitaba el sombrero, colocaba el bastón en un rincón de la sala, negaba con la cabeza, torciendo la boca y decía: ¿Nada mija, nada, todavía está pujando!
Pese a que yo era muy niño, entré a sospechar de Pabla y sus “embarazos”. Por eso cuando la gente en el barrio San Roque, se escandalizo con la noticia de la mujer que durante meses lució una gigantesca “barriga e trapo” para aparentar que estaba embarazada y así evitar que su marido se fuera con otra, la noticia no me tomó por sorpresa. Yo desde pelao con ese tema tenía mis entripados.
De manera que cuando todo el mundo se escandalizo por el cuento de la barriga e trapo, yo, que toda la vida viví tan intrigado con la tal Pabla, me quedé pensando: Al fin la gente dejará de preguntar: ¿Parió Pabla?
Han pasado los años y por radio escuche un día a Ernesto McAusland, hablando con Marcos Swarrtz, a propósito de un premio que se ganó en España, y cuando por algún motivo me mencionaron, Marcos le dijo "Ah, claro, Raúl Mestre...el del problema con la 11ª?.
Inicialmente yo escribía sobre deportes porque cuando el boxeo estaba en su apogeo, yo iba a Cartagena, a ver las peleas que montaba Filemón Cañate, en el Circo Teatro. Pero antes de llegar al viejo coliseo, ubicado en pleno centro amurallado, me iba a Manga, uno de los barrios más tradicionales del corralito de piedras, lugar donde transcurrió la infancia de mi madre y encontraba a Meporto, "La Biblia del boxeo" "La enciclopedia del baseball" "El genio del deporte", sentado en su mecedora de palo, mirando al suelo, preocupado por las “aficiones” de “los nuevos cartageneros”, quienes ya no se paraban bajo “el palito de caucho”, allá en el centro, para hablar de boxeo y de béisbol, sino que ahora se preocupan de las nuevas estrellas del futbol.
En frase premonitoria, Meporto, un medio día, caluroso, indignado, en su programa radial: “Aquí los deportes” dijo: “Si en Cat•tagena, dejamos metè e futbol, e “Corralito de Piedra” dejará de sé, en el futuro, “la cuna de grandes campeones de boxeo y del béisbol”, y quedaremos al igual que las demás ciudades, sin destacarnos en nada”.
Hoy cuando parece que las premoniciones de Meporto, son una realidad, y parece que hubiera tenido “boca de santo” con tristeza vemos que del firmamento boxístico de Cartagena, desaparecieron aquellas luminarias como Bernardo Caraballo. Para que los nuevos cartageneros y barranquilleros y colombianos conozcan la historia les voy a contar que Bernardo Caraballo, o “Caraballito”, como se le conoció en ese entonces, se montó en un ring, con solo 15 años a pelear nada menos que con Ramoncito Arias, el gran campeón mosca venezolano, a quien venció ampliamente, pero los jueces, entre ellos Roberto Morikaua, por respeto al campeón venezolano, no se atrevieron a darlo como vencedor y decretaron un empate. Recuerdo que la pelea fue programada, como una “exhibición”, a solo 4 rounds, pero como al cabo de los cuatro episodios, Caraballito le estaba dado una “tunda” al campeón venezolano, este pidió que se prolongara a seis esperanzado en que Caraballito se cansaría de tanto brincar, pero fue peor, Caraballito lo tuvo al borde del nocaut. En el Circo Teatro, el público se quedó mudo al ver el estilo que Bernardo Caraballo, tenía para esquivar los golpes, bailar alrededor del contrario, y montar una “bicicleta” que años mas tarde Cassius Clay, el gran campeón de los pesos pesados intentaría imitar. Caraballo, fue el primer deportista colombiano de figuración mundial. Mucho antes que cualquiera, apareció ranqueado en la Revista The Ring, luego de haber noqueado a Ramoncito Arias, en el Poliedro de Caracas y de haberle ganado al celebre Pascual Pérez.
Cuando Caraballo, estaba en la cumbre de su carrera, lo llevaron a Bogotá a pelear el titulo mundial ante Eder Jofre, sin la suficiente preparación y con el agravante que, como era un deportista tan sobresaliente, en un país tan decadente, hasta los comentaristas mas connotados como Mike Forero, dijo en su columna del diario El Espectador, que no importaba que Caraballo, estuviera “rumbeando” todas las noches y me cuenta el Ñatico de Ávila, que la noche anterior a la pelea hubo necesidad de ayudarlo a subir las escaleras del hotel, porque no tenía fuerzas. Caraballo había rebajado 7 kilos, dejando de comer y permaneciendo todo el dia en los baños turcos del hotel.
Cuando Caraballo perdió todas las oportunidades de ganar el título mundial, incluido el robo que le hicieron en el Japón, cuando se enfrentó a Harada, y que la afición tuvo oportunidad de ver en todos los teatros abiertos de la costa, Caraballo se convirtió en un héroe del deporte nacional, por encima de Kid Pambelé, quien reinó por años y de Rodrigo Rocky Valdés, quien ganó el titulo (?) venciendo a Benny Briscoe, pero perdiendo dos veces con el verdadero campeón de los medianos, como lo era Carlos Monzón. Otros grandes de la historia fueron:
Elías Lian, Mario Rossito. Mochila Herrera, Hugo Barraza, Alfonso Franco, Kid Peche, Justo Valdés, German Gastelbondo, Baba Jiménez, Hugo Llerena, en fin, la Cobra Valdés, fueron los otros grandes del boxeo, quienes con su solo nombre llenaban el circo teatro o la plaza de toros.
Hasta que apareció “el Real Cartagena” y como por “arte de magia” se acabó el boxeo y hasta el béisbol en Cartagena. Si Meporto resucitara hoy caería muerto nuevamente al escuchar a los pelaos de la heroica, hablando de “tiros de esquina” “penaltis” o de “un punta” o un “zaguero”
Yo, como barranquillero, no puedo olvidar aquellas épicas batallas entre Mario Miranda y la Cobra Valdés…pero eso es capitulo aparte.
Realmente no me gustaría morirme sin contar esas historias que tanto me han acompañado en esas noches de insomnio, cuando no logro conciliar el sueño y me revuelco en la cama; pensando en aquellos “poderes sobrenaturales” que supuestamente yo tenia cuando muchacho. Hay muchas cosas que en realidad no recuerdo, porque en algunos casos se me borra “el cassette”, pero hay otros episodios que los tengo claritos, en mi mente, como aquello que me sucedió un sábado de carnaval, por allá en el año 70, cuando no se por que extraña razón, salí corriendo de una fiesta a la que me invitado unos amigos, en el barrio San Isidro.
Recuerdo que bailaba entusiasmado el “tabaco rojo”, un disco que estaba de moda en aquellos tiempos, y de pronto, cuando estaba más feliz, cuando la música me enloquecía, tuve un mal presentimiento. Algo inexplicable sentí en mi interior, algo que avisaba que me ordenaba que me fuera de aquella fiesta, que saliera inmediatamente de ese lugar.
Recuerdo que salí escondido, para que los amigos no me vieran, ni me preguntaran por qué los dejaba allí abandonados, si en esa fiesta lo que sobraba era trago, comida y bellas mujeres. Recuerdo que iba corriendo por la mitad de la calle y antes de llegar a la esquina, escuche los primeros disparos y los gritos de las mujeres que lloraban, pero no me atrevía a mirar para atrás. En menos de cinco minutos, el baile se había convertido en un campo de batalla, se había suscitado una trifulca sin precedentes, después me contaron que bancas, sillas, y mesas, volaban por los aires y en la pelea mataron a varios bailadores.
Nervioso, angustiado y tembloroso llegue a mi casa, mi hermano me abrió la puerta y me preguntó por que me había venido tan temprano, apenas era la una de la mañana, no respondí, guardé silencio, entré, me acosté con “todo-y-ropa”, y me dormí hasta las 3:30 de mañana; cuando en el silencio de la madrugada, mi hermano me despertó preguntándome: ¿Que te pasa? ¿Por qué? Pregunté. Y él me respondió: “Estabas hablando dormido, diciendo un poco de locuras.”. ¿Qué dije? Volví a preguntar. “Decías que el vecino, que es un hombre tan serio, que nunca se ha tomado un trago y quien jamás ha peleado con su mujer, dizque la iba a matar y pedías que llamaran a la policía.
Recuerdo que sonreí y me senté en la cama. Le iba a contar a mi hermano lo que había pasado en la fiesta, pero me arrepentí y como todo estaba muy oscuro, me pare y encendí la luz y vi que el reloj tenía las 3:45. “¡Eche, pero no me hubieras despertado, -le dije a mi hermano-. Todavía es de madrugada!”.
Estábamos discutiendo sobre las conveniencias de levantarse temprano, cuando escuchamos que el vecino llegó borracho, dándole patadas a la puerta y al poco rato, sucedió lo increíble, la vecina estaba dando gritos; pidiendo ayuda; porque el marido la quería matar.
Ni mi hermano, ni yo dábamos crédito a lo que estábamos escuchando. Ambos quedamos mudos. ¡Eche. ¿Tú eres brujo? Me preguntó y salió corriendo para la ventana, yo lo seguí y luego nos asomamos y vimos que el hijo de la vecina, estaba en la mitad de la calle, con un Jeans sucio de sangre y la camisa blanca, manga larga, abierta; mostrando la herida que tenía en el pecho, diciendo: ¡Mi papá acababa de matar a mi mamà!.
Ni mi hermano ni yo, contamos nada a nadie, pensábamos que nadie nos iba a creer y ese secreto mi hermano se lo llevó a la tumba, jamás contó nada sobre mis premoniciones, pero como era mamador de gallo recuerdo que en su lecho de enfermo en el Hospital Metropolitano, cuando ya los médicos lo habían desahuciado me llamó y sonriente me dijo: ¿En que va a jugar la lotería?
No me hubiera gustado contar esta historia, porque antes de morir le prometí, llevarme ese secreto a la tumba luego que el me recomendó: “Nunca vayas a decir esas vainas, porque nadie te va a creer y vas a quedar como un cipote de embustero”.
Yo, sin embargo, rompo la promesa, porque como dije al principio, no me gustaría morirme, sin contar esas historias que tanto me han acompañado en esas noches de insomnio, como aquella tarde lluviosa del 22 de Mayo de 1997, cuando vi que a Raúl Gómez Jattin, considerado el más grande poeta colombiano de todos los tiempos, lo atropelló un bus urbano, en Cartagena.
Raúl Gómez Jattin, quien con su poesía, todavía nos sobrecoge el alma y nos provoca un sentimiento de culpa, porque aquella tarde, nadie, ni siquiera yo, que era abogado de La Costeña, y me conocía con las autoridades del ramo, nos interesamos en saber si Raúl Gómez Jattin, murió en un accidente, provocado por un chofer irresponsable, o fue, como lo indicaron los amigos del conductor, “Un suicidio, mi hermano, porque, vimos que ese señor cerró los ojos, abrió los brazos y se lanzó al bus”.
Raúl Gómez Jattin, había nacido en “La Heroica”, el 31 de mayo de 1945, pero vivió su infancia en Cereté, en el valle del Río Sinú, uno de esos “macondos” de Córdoba, donde la vida se mira desde otra perspectiva.
Desde muy joven Raúl, fue profesor de bachillerato en materias de Geografía e Historia. Su padre era abogado y profesor universitario y su madre, una mujer admirable de origen libanés, fue quizás quien lo metió en el mundo de la poesía.
Raúl, fue Bachiller del Colegio La Esperanza de Cartagena y a los 21 años se trasladó a Bogotá, donde comenzó a estudiar derecho en la Universidad Externado de Colombia y formó parte del Grupo de Teatro Experimental (TEX), dirigido por Carlos José Reyes, galardonado varias veces en el Festival Latinoamericano de Teatro de Manizales y uno de los mejores en su género.
Raúl Gómez Jattin, aparte de sus estudios de derecho, se dedicó al teatro, participando como actor en varios montajes y haciendo adaptaciones de obras literarias que se dieron a conocer principalmente en la revista literaria “Puesto de Combate” de donde yo era colaborador.
Después de vivir ocho años en Bogotá y sin terminar sus estudios de derecho, regresó a Cereté, donde lo veían deambulando por las calles, con un poco de papeles debajo del brazo parado en todas las esquinas, escribiendo la más hermosa poesía que un colombiano haya podido escribir.
Luego, cuando era evidente que Raúl tenía serios trastornos en su personalidad, hablaba solo y no reconocía a quien fueron sus amigos más cercanos, tuvo que pasar varias temporadas en clínicas psiquiátricas de donde se “volaba” y salía insultando y gritando vulgaridades. Luego cuando ya nadie podía controlarlo, ni brindarle un tratamiento, quedó deambulando por las calles, descalzo y sin camisa, pidiendo las “sobras” en la puerta del Nautilos, un restaurante que queda por ahí, por la India Catalina, donde muchas veces lo encontramos disputando con un perro la cabeza de un lebranche, que alguien tirò a la basura.
Yo he sentido a Raúl, en lo más profundo de mi alma, algunas tardes lluviosas, o en algunos atardeceres melancólicos, cuando he tenido la sensación de sentirme olvidado, de haberme quedado rezagado en la vida y no se por qué razón, esa sensación de frustración, me asalta, ante todo, cuando leo el poema que Raúl, le escribió a Isabel, su amiga de la infancia, y con el cual quiero terminar esta breve nota: ¡Que te vas a acordar Isabel, de la rayuela, bajo el mamoncillo de tu patio, de las muñecas de trapo que eran nuestros hijos, de la baranda cuando tenías los ojos dorados, como pluma de pavo real y de tus faldas manchadas de mango.
¡Qué va Isabel!, Tú no te acuerdas, en cambio yo, sigo tirándole piedrecillas al cielo, buscando un lugar donde posar el pie, haciendo y deshaciendo figuras en la piel de la tierra y, mis hijos son de trapo y mis sueños son de trapo. ¡Isabel ojos de pavo real!, ahora que usas gafas oscuras, cuando nos vemos en la calle, me tiras un “qué hay de tu vida” frío e impersonal, como si yo tuviera eso, como si yo todavía usara eso!”