viernes, 22 de octubre de 2010

¡CABALLERO VILLA, FUEVICTIMA DE UNOS LOCOS!

El 8 de noviembre de 1996, hacia la una de la mañana, regresé de Maracaibo, donde estuve reunido con Anton Hernández, el exalcalde de Maicao. Al llegar a mi casa, cansado después de muchas horas de viaje, encontré a Rolando Gómez, el propietario del taller de mecánica “Rollicar”, un hombre que por su temperamento jocoso, es una de las personas mas queridas en Barranquilla; estaba sentado en la mitad de la sala y, como siempre, mamador de gallo, al verme, me dijo: “¡Nojoda! ¿Y usted qué? ¿Se pensaba quedar en Venezuela?
Rolando, según me dijo mi mujer, me había estado esperando desde muy temprano, porque unos señores de la Sijin, estaban buscando a su hijo Rolandito, un muchacho de algunos 25 años, quien según los investigadores, estaba involucrado en el crimen de que había sido victima el doctor Antonio Caballero Villa, uno de los abogados mas prestantes de la ciudad.
Ese 8 de noviembre de 1996, el doctor Caballero Villa, había salido hacia las ocho de la noche, de una importante reunión en las oficinas de Prado Center, una majestuosa edificación diagonal al Hotel del Prado, en donde el jurista había comprado una esplendida oficina.
Aquella noche el doctor Caballero Villa, despidió a su conductor, le dijo que se fuera para su casa que tenía que hacer unas diligencias y salió conduciendo su Mazda 626 Asahi.
En la madrugada de ese día el jurista fue rescatado moribundo de una cuneta, sufría de osteoporosis y por ello se encontraba casi parapléjico, tenía una puñalada en la garganta, y por ello fue conducido a un centro de salud del corregimiento de la Playa, donde pereció.
Una vez se conoció la noticia la sociedad barranquillera y de toda la costa se estremeció y los más importantes jefes políticos de la región se dieron cita en las instalaciones de la Sijin, exigiendo que se desarrollara una exhaustiva investigación.
¿Y qué tiene que ver el pelao con eso? Le pregunté. Rolando, me respondió que no sabía nada, que no había hablado con su hijo, pero por precaución y mientras yo llegaba, lo tenía en casa de un familiar en el barrio El Campito.
A esa hora me fui con Rolando, hasta donde se encontraba el muchacho, quien muy nervioso, me relató que esa tarde del 8 de noviembre de 1996, un amigo de nombre Saúl Busigò, lo había ido a buscar para que lo acompañara por los lados de la Catedral, donde supuestamente iba para hablar con un señor muy importante, sobre la venta de un automóvil.
Rolando Gómez, apenas escuchó el nombre de Saúl Busigó, dijo: “Nunca me gustó que Rolandito, tuviera amistad con ese muchacho.
Muchas discusiones tuvo Rolando Gómez, con doña Nelly, su esposa, por culpa de Busigó, pues cuando este muchacho llegaba al taller, Rolando lo insultaba, le decía que no fuera a molestar, ni a buscar a su hijo.“Pero esa tarde, -dice Rolando con tristeza- así son las ironías de la vida, en vez de echar a Busigó como había hecho otras veces, fui hasta donde estaba mi hijo; haciendo unas facturas, para avisarle que lo buscaba Busigó”. Es mas, como cosa rara, aquella tarde Rolandito me dijo: “No me hubiera llamado, hubiera dicho que no estaba”.

“Cuando el señor llegó a la esquina de la Catedral,- continua relatando Rolandito, donde lo esperábamos, me embarqué en el carro y no sabía que en su interior estaba un muchacho afeminado a quien llaman Oscarito”. A esa hora los homosexuales que se reúnen en los alrededores de la catedral, estaban ahí “comiéndose el show” viendo lo que iban a hacer los muchachos con el señor que los había ido a buscar en ese lujoso automóvil.
“Ya dentro del carro Saúl y Oscarcito; amenazaron al señor con una navaja y lo trasladaron del puesto de conductor hacia atrás y me dijeron que yo manejara. Tomamos la vía 40 y al llegar a la circunvalar lo bajaron en una cuneta y ya nos veníamos en el carro porque la idea de ellos era que yo me llevara el carro para venderlo en Valledupar, donde tenían un cliente. Pero Oscarito gritó y dijo: “No lo dejen vivo porque ese señor me conoce y me puede delatar”. Nos regresamos, Saúl bajó y cuando regresó ya lo había matado, según nos dijo.
Por el asesinato del doctor Caballero Villa, ocurrido el 8 de noviembre de 1996, fueron capturados Andrés Signin y Raiza, una “pareja gay” que supuestamente estaban involucrados en el caso, pero finalmente se demostró que no tenían nada que ver con los hechos y solo fueron llamados a juicio y detenidos en la Cárcel Modelo de Barranquilla, Rolando Gómez Amaranto y Raúl Busigó y un menor llamado Oscarito, quien fue procesado por el Juzgado Primero Penal de Menores, como inimputable, es decir que no lo podían poner preso en una cárcel.
La resolución de acusación contra estas personas quedó ejecutoriada y por esta razón la juez segunda penal del circuito, Martha Lucia Rebolledo, fijó la audiencia pública, En el Juzgado estuvieron presente todas las partes en el proceso, la Juez Rebolledo, el Fiscal acusador, Jairo Altamar Colón; la agente especial del Ministerio Público, Nubia Romero; el abogado de la parte civil, Antonio Nieto Guette y los defensores Raúl Mestre Jurado y Margarita Bernal, finalmente los dos fueron condenados.