Raúl Mestre
En la madrugada del 16 de abril de 1935, Doña Catalina Hoare de Meek, propietaria de la antigua “Pensión Inglesa” amaneció estrangulada. En esa casa vivían Frank Meek, su hijo, John Berg, un nieto adoptivo, la camarera María Medina, una señora boyacense, quien la acompañaba desde hacía 14 años y el sirviente Manuel Webber
La señora de Meek, debido a su edad, se acostaba, a más tardar a las nueve de la noche, mientras que su hijo Frank llegaba en su motocicleta a eso de las diez, lo mismo que su nieto John. La camarera Medina se acostaba apenas lo hacía su patrona, y se levantaba a las cinco, a preparar el desayuno, muchas veces acompañada por el sirviente Manuel Webber.
La mañana trágica del 16 de Abril el sirviente le dijo a la camarera Medina que era extraño que siendo casi las 7, ni la señora ni su hijo Frank se hubieran levantado. La ausencia de John no les preocupó, pues era su costumbre, como joven sin ocupación, levantarse muy tarde y desayunar cuando ya todos lo habían hecho.
María Medina subió hacia la habitación de la señora, notando que el anjeo de la puerta estaba roto y la vio todavía acostada y con un brazo descolgado y la cara tapada con un vestido blanco. Llena de pánico se dirigió al cuarto de Frank golpeando fuertemente la puerta hasta que por fin el muchacho abrió sus ojos y, se enteró de lo ocurrido. Bajó las escaleras vistiéndose como pudo con un pantalón encima de su pijama y ordenó desde la puerta que le avisaran a la señora Bessie, una amiga de su madre, mientras se dirigió hacia la Inspección Tercera que quedaba muy cerca de allí:
El inspector Jesús María Molina, le hizo pasar. ¡Mataron a mi mamá! ¡Gritó Minutos más tarde llegaron varios detectives, uno de ellos especialista en dactiloscopia, acompañados por el teniente Heilbron. El inspector convocó a todos los moradores de la casa y los reunió en el jardín. Mientras tanto subió a la alcoba, para observar de cerca el cadáver. Miró a su alrededor y advirtió que el cuarto se hallaba en completo desorden; un baúl estaba rodado y casi abierto. Pero antes, había visto que la malla de alambres estaba rota. De inmediato se paró frente al lecho y observó que el cadáver presentaba una contusión en el rostro y en el cuello. Un traje de lino le apretaba la garganta y se le envolvía sobre la boca, lo cual era una evidencia de que el victimario acalló los gritos de la señora.
El inspector bajó, hasta el jardín donde estaban esperándole los moradores para ser interrogados. El último en llegar fue John Berg, pues, como siempre, se acababa de levantar, pese todo el alboroto que había en la casa. -A ver jovencito. ¿Quién es usted? –le preguntó el inspector. .-Soy John, el nieto de la señora, respondió, todavía restregándose los ojos. ¿Quiénes estaban en casa, cuando Ud. llegó?-Creo que todos. El último en llegar, que yo sepa, fue Frank, a quien divisé desde mi ventana, pero quien debe saber es el sirviente Webber, pues es él quien abre la puerta a todo el que va llegando..
Tiene razón, dijo el inspector y le ordenó retirarse, llamando de inmediato a Webber, quien se acercó un tanto asustado. ¿Recuerda usted si además de John Berg entró otra persona a la casa anoche? Si, el señor Frank con su moto. Yo mismo le abrí. Por cierto que ya tenía bastante sueño..-Dígame. ¿Qué otras personas vinieron a la casa el 15 de abril?-Los mismos de siempre. Es decir: la cocinera, la costurera y las dos o tres muchachas que estudian en los talleres de trocar-hilos. Porque lo que es el señor Briceño no viene desde hace 20 días.- ¿Briceño? ¿Quién es Briceño? El es un venezolano a quien la señora le quedó debiendo una plata. Él viene todos los meses a cobrar y se va.-¿Cuándo vino la última vez ?-Hace como veinte días. El inspector, llamó a la camarera Medina. ¿Usted fue la primera que descubrió el cadáver?-Sí...-Dígame. ¿Cree que los asesinos fueron ladrones?-No creo, respondió.-Pero me dicen que de los dedos de la víctima desaparecieron 3 anillos avaluados en 1.500 pesos..-Sí, pero, ¿no le parece extraño que esos mismos ladrones no se llevaron otras prendas y cosas?- ¿Cuáles?.-Pues vea, el anillo que se halló en la mano derecha, un broche de oro sobre la solapa de una camisa. Yo creo más bien que fue por venganza que la mataron. ¿Venganza? sí, de alguno de sus acreedores, pues, quiero que sepa que la señora debía mucha plata. Le debía, por ejemplo, al señor Briceño, ese señor andaba muy enojado porque la señora le debía y no le quería pagar. Recuerdo que una vez dijo en voz alta: “La vieja esa se quiere quedar con mi plata, pero lo que soy yo le arranco mi plata en cualquier forma...”El inspector de inmediato llamó al teniente Heilbron y le ordenó al oído que arrestara a Briceño, cosa que fue fácil ya que él trabajaba en el Bar “Bolívar” el cual quedaba muy cerca.
La camarera, trató de retirarse, pero el inspector la detuvo con un grito. ¡No! No se vaya, que todavía no hemos terminado.¡Si no me voy ¡ Sólo quiero traer una silla para sentarme. El inspector volvió a mirarla fijamente y le dijo de repente:-Pero, también pudo haber sido usted ¡Cómo así. ¿Qué quiere usted decirme?¡Qué pudo ser usted la asesina!¡Por Dios! ¡Bendito sea Dios!...!Cómo se le ocurre tamaña calumnia! Si yo adoraba a doña Catalina. Olvídelo, le dijo el inspector y ordenó, que se llevaran detenidos a todos con el fin de esperar hasta el siguiente día para continuar con la investigación.
Manuel Briceño, Frank y el nieto John, también quedaron detenidos como los principales sospechosos ya que, cuando inspeccionaron las habitaciones, el teniente Heilbron, encontró en el cuarto de Frank una camisilla mojada que se pensó debió llevarla momentos antes de haberse hallado el cadáver y una herramienta con la que, se supuso, se rompió el anjeo de la puerta del cuarto de la víctima.
Continuaron los interrogatorios para descifrar el crimen. ¿Cuál es su nombre completo?-Francis Forwood O’brien Meek.-¿Cómo dice?. Escríbamelo por favor, pues, no es muy bueno mi inglés.¡Estos ciudadanos ingleses y sus nombres raros!-exclamó el inspector al leer sobre el papel. Quiero decirle que no se puede decir ciudadano inglés, sino súbdito inglés, porque Inglaterra es un Reino. Sería ciudadano si fuera francés, colombiano o cubano por ejemplo, pues éstas son todas repúblicas. ¿No será que su madre le dejó una buena herencia? Preguntó el inspector. ¿No cree que haya sido su nieto John?-No, no lo creo. El quería mucho a mi madre, aunque fuera su abuela postiza. Pasaron los días, y se dio por cerrado el caso.
Para el 25 de abril, tanto John, como Frank, fueron dejados en libertad, lo mismo que Manuel Briceño, porque lo de la camisilla no arrojó prueba alguna. Las huellas en el destornillador no eran suyas, y fue así como el crimen quedó impune pero todo el mundo sabe quien fue.