lunes, 14 de febrero de 2011

SEIS MESES ESPERANDO UN CADAVER

Crónica del día
¡HOMBRE LLEVA 6 MESES
ESPERANDO UN CADAVER!
Raúl Mestre.
El sábado el hombre esperaba en las afueras de Medicina Legal que un cuerpo hallado en una trocha de Soledad, fuera el de su amante, quien desapareció en la madrugada del 6 de enero, luego que el esposo la sacó a empellones de un motel de la calle Murillo.
Pero, el hombre se desilusionó cuando una funcionaria poniendose el indice en la yugular le dijo que los restos no eran los de su amiga, sino de una muchacha desaparecida hace cinco meses en una población al sur de Bolívar.
El hombre recibió la noticia del hallazgo de un cadáver de una mujer, por una llamada anónima que le hizo un hombre con una voz misteriosa quien supuestamente se habia encontrado un cráneo.
Pero, esa no era la primera información que recibía, pues el jueves de la semana anterior, también supo por otra llamada anonima que en inmediaciones de Malambo, habían rescatado el cuerpo sin vida de otra joven de unos 26 años, pero cuando la identificaron comprobaron que la victima era una joven que había sido reportada como desaparecida en la ciudad de Medellín.
La desaparición de su amiga lo mantiene muy consternado porque apenas estaba reviviendo el amor de una mujer que había conocido por allá en la década de los setenta, cuando él tenía 18 años y ella con menos de 15 estaba parada detrás del mostrador de un “ventorrillo” que sus padres tenían en la calle Murillo.
Y la última vez que la vio fue esa madrugada del 6 de enero cuando estaban en la alcoba de un motel de la calle Murillo, recordando viejos tiempos y dice que ella tenía unos ojos tan tristes que desde entonces mantiene en su mente la imagen de la muchacha a quien conoció aquella mañana brumosa de verano, aprendiendo a vender en el negocio de su familia.
Después, cuando ella se casó con el atarvan ese que se la quitó y se la llevó a empellones el 6 de enero, dejó de ser aquella mujer alegre y se volvió una mujer silenciosa, retraída, con una señal de melancolía en los ojos, los cuales continuaban mezclados con los mejores recuerdos de su adolescencia.
“Casualmente, -dice- ese día, en la alcoba del hotel, estábamos hablando de aquellos tiempos, cuando los dos, mirándonos con ojos sonrientes, nos sentábamos bajo un palito de níspero que estaba en el patio de su casa, a contar sus frutos, hasta cuando nos interrumpió el atarvan que llegó pateando las puertas y nos encañonó con un revolver y se la llevó hasta el sol de hoy.
Por cosas como estas, es que la gente dice que “los viejos mueren mas por la nostalgia, que por el peso de los años”.