martes, 19 de abril de 2011

"LAS VAINAS QUE SE VEN EN SEMANA SANTA"

“Bien aventurados los que sin ver creyeren”
Raúl Mestre
Aunque parezca raro, aun en medio del modernismo, la ciencia, alta tecnología y celulares y computadores; todavía hay personas que afirman haber visto vainas extrañas en la semana santa.
Claro, que los que “nos “tiramos” de “intelectuales”, negamos rotundamente, meneando la cabeza de un lado para otro, que hayamos visto jamás una vaina rara. ¡Ni en semana santa, ni en otra época!. ¡No señor, yo nunca he visto nada!
Bueno, toda esa retahíla es porque “un viernes santo” de hace muchos años, tenia yo como 8 años, mi abuela me dijo que la acompañara a la casa de un vecino que había muerto de “repente”.
Cuando llegamos a esa casa, la puerta de la calle estaba cerrada, entones ella me agarro de la mano y entramos por el portón y en el patio vi al hombre que supuestamente había muerto; vestido de lino blanco, sentado al lado de unas matas de uva.
Al fin pelao, no me quede callado, sino que le dije a mi abuela que había visto al muerto; vestido de lino blanco, sentado al lado de unas matas de uva. Indignada me respondió: “Si fueras mas grande diría que estas fumando marihuana”.
Allí en esa casa totalmente abandonada, donde hoy en día nadie se atrevería a entrar debido a las leyendas sobre fenómenos paranormales, (dicen que se ven apariciones y agresiones misteriosas), nos quedamos durmiendo encima de unas colchonetas que tiraron en la mitad de la sala.
Recuerdo que al día siguiente, cuando amaneció, el silencio del lugar solo fue perturbado por el cantar de los gallos y la voz de mi abuela, quien desde la cocina me dijo: Báñate que tenemos que ir al entierro.
Después vino el desayuno que, como ya lo he dicho en otras ocasiones, estaba compuesto por carne gordita azada al carbón, yuca, ñame, queso, suero, auyama, tajadas de plátano verde y café con leche.
Después mi abuela se encargó de vestirme y nos fuimos para el sepelio. Todos los vecinos se transportaron a bordo de la camioneta verde de mi abuelo. Eran apenas las ocho de la mañana cuando llegamos al cementerio y, pese a que el entierro era a las dos de la tarde, la fosa ya estaba cavada.
A la hora anunciada se presentó el sacerdote y ofició rapidito el acto de despedida. Todo estaba listo, pero los sepultureros verificaban una y otra vez la posición en que la iban a ubicar el féretro.
Los enterradores por orden de mi abuela tenían cuidado de no sepultar al muerto con los pies en dirección a la puerta del cementerio” porque años atrás, en ese mismo cementerio; habían enterrado a un hombre se había suicidado “por una pena de amor”, con los pies hacia la puerta y al sacarlo lo encontraron sin un mínimo rastro de putrefacción y con los ojos abiertos.
“Eso debió ser obra del demonio”- dijo mi abuela en aquel entonces y me cuenta que empezó a reprenderlo con su repertorio de oraciones.
Ahora, en esta semana santa, cuando a uno se le da por curiosear pase nuevamente por esa casa y una señora al verme allí exclamó: “ Quien pase más de cinco minutos dentro de ese inmueble se arrepentirá toda la vida porque quienes se han aventurado a pasar una noche allí –dijo mirando el oscuro caserón-, se la pasan toda la vida viendo visiones”.
Como las puertas de la calle aun estaban cerradas, y a mi estas cosas me generan gran curiosidad, entré por la parte de atrás de la casa, así como hizo mi abuela aquel día y vi con sorpresa como “Capitán”, un perro que había tenido cuando era niño y a quien lo mato un carro, salió moviendo el rabo, pero su agilidad había desaparecido. Estaba desnutrido y sentí su lengua fría cuando lamió mi mano y con la vista me indicó la mata de uvas que está en el patio.
Y allí estaba aquel muerto vestido de lino blanco fumándose un tabaco y me miraba sonriente.
¿Seria que los enterradores no tuvieron cuidado de sepultarlo con los pies en dirección a la puerta del cementerio? ¿O será que ahora que estoy mas grande y con tanta tecnología; alguien me envió un “mail” con un “cigarrillo” de aquellos de que hablaba mi abuela?