jueves, 29 de marzo de 2012

¡CÓMO SERÍA EL PROCESO DE JESÚS , EN LA LEY 906?

Raúl Mestre
Cuando a Poncio Pilatos, le informaron que habían arrestado a Jesús, un hombre que debía ser juzgado por delitos que no solo atentaban contra la tribu judía sino contra Roma , sabía que como Procurador Romano debía ratificar el veredicto, dictado por el sanedrín, condenado a Jesús a la pena de muerte
Pilatos, un hombre de temperamento débil, quiso ser justo pero tambien sabia que enfrentaría la posibilidad de ver frustrada su carrera y política resolvió, como se sabe, “lavarse las manos”.
Como Pilatos, encuentra que Jesús es Galileo, ordena que el juzgamiento se adelante por Herodes, Tetrarca de Galilea, y de inmediato lo envía para que este lo juzgue. Una vez Jesús ante Herodes, este le solicita un milagro como prueba de su divinidad. Jesús guarda silencio y rehúye la petición, situación que sirvió al Tetrarca para devolverlo a Pilatos.
Ahí fue cuando Judas, se presentó ante Pilatos y le advirtió que debía confirmar la sentencia de muerte del Mesías porque de ello dependía la salvación del género humano y que a nadie le está permitido cambiar el curso de la historia.
Entonces Poncio Pilatos ordenó que trajeran al implicado y comenzó por preguntarle si en verdad era el hijo de Dios. Jesús le contestó: “tu lo haz dicho”. De nuevo lo interrogó: ¿si Dios te da una orden y Cesar te da otra cual obedeces?, y el Mesías le respondió: “A Dios lo que es de Dios y a Cesar lo que es de cesar”.
Pilatos, dudoso de la culpabilidad del enjuiciado, salió ante la multitud que esperaba su decisión y manifestó que no encontraba a Jesús responsable de los delitos que le imputaban, pero ante la protesta de la muchedumbre que se congregaba esperando la confirmación del veredicto, Pilatos preguntó: ¿A quién preferían si a Jesús o Barrabás? Y Pilatos , acogió el querer de los judíos. Soltó a Barrabás y entregó a Jesús para que fuera crucificado.
Ante las irregularidades procesales cometidas porque los delitos carecían de tipicidad, , contrariaban los principios religiosos imperantes, que consagraba, por ejemplo, el perdón como respuesta a la ofensa recibida, la adoración de un solo Dios y demás principios que fueron materia de predicación por el Profeta ajusticiado. Si hoy se hiciera el juicio a Jesús, tendría que ser absuelto porque en la época en que se le juzgó se desconocieron principios conocidos hoy como fundamentales por la actual Constitución, como son el de debido proceso y el de la presunción de inocencia, que protegen a toda persona sindicada como autor de un delito.