domingo, 8 de abril de 2012

Qué SERÁ LO QUE NO SE HA DICHO DELA MUERTE DE JORGE ELICER GAITAN?

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Han pasado 64 años y aun se continúa especulando
Raúl Mestre
Al conmemorarse hoy un año más de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, los historiadores dicen que Colombia, después de la 1:15 p.m. del 9 de abril de 1948, tomó otro rumbo. Y que ni los sucesos ocurridos en la antigua Roma, con motivo del asesinato de Julio César, se pueden comparar con lo que fue esa tarde en la que el pueblo colombiano, se levantó en la más violenta protesta, por la muerte del caudillo, quien un día antes hizo su mas brillante y exitosa intervención como penalista en defensa del Teniente Jesús María Cortés.
Durante toda la mañana, recibió continuas llamadas telefónicas de felicitación. Su esposa, doña Amparo Jaramillo, quiso hablar con él, pero la secretaria le informó que estaba conversando en la otra línea:- No le interrumpa... - le exigió doña Amparo, para agregarle premonitoriamente - pero dígale que se cuide. A la 1:00 p.m., mientras el Presidente Ospina Pérez, le daba vueltas a los cubitos de hielo de un vaso de fino escocés, en la oficina No. 406 del edificio Agustín Nieto se había formado una tertulia, en la que participan el doctor Gaitán, Plinio Mendoza Neira, Jorge Padilla, Alejandro Vallejo y Pedro Eliseo Cruz.
Un muchacho desconocido había estado largo rato, frente al despacho del doctor Gaitán, esperando con la pierna doblada contra la pared, que el grupo de amigos bajara del cuarto piso. A la salida por la carrera séptima, el doctor Gaitán se adelantó al grupo y al tomar el andén, se escucharon cuatro disparos: Jorge Eliécer Gaitán se desplomó. Lleno de pavor, con un revólver 32 corto en la mano derecha, el asesino miró hacia todos lados e inició una carrera con un rostro pálido, anguloso, algo demacrado. En sus ojos brillaba una mirada de odio. No era un ser que estuviera cumpliendo un encargo; no estaba pagado simplemente estaba animado de una pasión feroz.
El criminal en su huida, era seguido por limpiabotas y voceadores energúmenos, pero fue detenido por el Policía Carlos Alberto Jiménez Díaz, quien relató: “El alcanzó a verme el distintivo de la manga izquierda de mi guerrera, y me dijo:- No me mate, mi cabo. En el recorrido que hicimos buscando un refugio no logramos evitar que varios emboladores le dieran golpes con sus cajones. Al llegar a la Droguería Granada, que estaba abierta, lo introdujimos y le dije:- ¿Por qué ha cometido este crimen, de matar al doctor Gaitán?- Ay ¡Señor, cosas poderosas que no puedo decir. Ay!, Virgen del Carmen, sálvame!, contestó en tono lastimero."Entonces le dije yo: "Dígame quien lo mandó a matar, porque usted en estos momentos va a ser linchado por el pueblo"."Y me contestó: 'No puedo’”. La cortina de hierro de la Droguería Granada en ese momento cedió al empuje de los limpiabotas y voceadores de diarios quienes como un ciclón, irrumpieron en la droguería, le levantaron una zorra de mano y se la descargaron en la cabeza. Completamente desgonzado lo sacaron y el enfurecido grupo linchaban al criminal e intentaba meterlo debajo de un tranvía para que quedara machacado. Unos gritaban ..¡A Palacio!¡A Palacio!, pero Al llegar a la plaza de Bolívar, el enfurecido grupo, se da de cara con una patrulla del ejército, y caen las primeras víctimas..Nada pudo detener la catástrofe.
En Barranquilla, donde hasta las piedras son liberales, la multitud colmó el Paseo de Bolívar; escuchando por los altoparlantes de "Emisoras Unidas" las noticias del asesinato. De todos los barrios se inició el éxodo de obreros y artesanos hacia el centro de la ciudad. A pie, en buses, como racimos humanos pegados en la parte trasera de los taxis,, en bicicletas, en carros de mulas, las gentes corrían a unirse a la protesta armados con machetes, serruchos, barras de acero, hachuelas, rastrillos, tridentes, garlanchas, tubos en fin la multitud que se agolpaba en las calles, semejaba un hormiguero alborotado. Era la confusión con el más ciego y frenético deseo de venganza.