sábado, 5 de mayo de 2012


UN SUEÑO DEL CUAL NO QUIERO DESPERTAR:
Alfredo García,  un sobrino, me envió un email  que dice  “¡Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y el otro mañana”
Dalai Lama
Pero yo,  continúo contando lo que pasó en el ayer. Por eso el  pasado 19 de Abril,  cuando anunciaron el concierto de Paul McCartney,  en Bogotá,  recordé que habían  pasado  50 años, desde aquellos días en que   John  Lennon, Paul McCartney,  George Harold Harrison, y  Richard Starkey, los “Beatles”, nos hacían enloquecer con su  “Let it Be”. Tener a Paul McCartney, a pocos metros, en vivo y en directo a era un   sueño .Era volver, después de 50 años, a la época a gogó. Algo así como   volver a  vivir. Por eso,   mientras McCartney, decía: "Hola, Bogotá. Hola, Colombia. Buenas noches, parceros", mi imaginación volaba  hacia aquellos tiempos en que yo  por inconsciente o rebelde, o porque no quería lucir como los demás, tenía el pelo largo, pantalones de terlenka, y  todas esos símbolos de “amor y paz” que durante la revuelta estudiantil de Mayo del 68, en París,  donde las   protestas  a la guerra de Vietnam y el imperialismo,  confluyeron en la mayor huelga general de la historia de Francia y, posiblemente, de Europa. Claroque yo no voyen esta nota a e reconstruir aquella historia. ¡No se asusten! Pero ¿Cómo olvidar aquella época en la que al regresar a Colombia, recorría las calles de Barranquilla buscando que alguien me diera una oportunidad? Esos tiempos  en que nos sentábamos frente al televisor a ver  “el club del clan”  ( televisión en blanco y negro, claro),   o sentado en una esquina del barrio Los Andes,  escuchando la  música de Sandro, Raphael, Leonardo Fabio, Leo Dan
Y, fue  durante esos tiempos en que me fui a  Bogotá, y  en un concurso de la emisora Radio 15, conocí  a unos pelaitos entre los 14 y 15 años (Ana y Jaime) que cantaban música  protesta como  Café y Petróleo, “Tu patria es mi patria, tu problema es mi problema, gente,  gente tu bandera, es mi bandera. Amarillo oro, azul mar azul y el pobre rojo sangra que sangra que sangra que sangra” 
Siempre  ha sido  mi  sueño reintegrar  esas  piezas dispersas de la memoria y darle vigencia a viejos anhelos represados,  aunque sea recordando  anécdotas, que deben quedar para  siempre en los registros de nuestra cultura  y ser recordados como la base de lo que hoy  somos  . De ese entonces recuerdo la nueva ola, las chicas “ye, ye”  y “go, go”  y ante todo Óscar Golden, quien  era el rey del pop criollo,   y además, era el papá y el papito, porque enloquecía con su “Boca de chicle” y susZapatos pom pom”  o “El cacique y la cautiva”,  canciones que  escuchábamos  en una discoteca a go-gó  llamada “La bomba”, que quedaba en el fondo del parqueadero del pasaje de los hippies, en la calle 60 entre 9 y 13 de Bogotá, un sitio famoso porque allí que era normal encontrarse a Gloria Valencia de Castaño, Pacheco, Alfonso Lizarazo,  o Carlos Pinzón.
El escenario era una cosa redonda que daba vueltas y de repente aparecían en persona Óscar Golden, Harold, Lyda Zamora, Los Speakers, Los Flippers, Emilce, Vicky, Mariluz, Leonardo, Claudia de Colombia y otros, los mismos que veíamos por televisión. 
Por los lados de la Javeriana había un local, de un  cachaquito de Manizales, que ponía “música colombiana” Garzón y Collazos, Villamil y su “espumas”  y lo único moderno que ponía era a Julio Iglesias y su  “Tiré tu pañuelo al rio”  y un día  Christopher, el cantante,  le quitó el  altavoz que tenía un payaso que anunciaba comidas y lo tomo como  y micrófono (tecnología de punta de entonces) y  le pidió  al cachaco que pusiera  “El Hombre de la cima” . El cachaquito dijo que no ponía música de maricas  y entonces  el cantante, se peleó con  el tipo, el rompió la cara  y después  le tiró dos pesos: “Tomá, para que te compres una cara nueva”, le dijo.
Ahora  los pelaos  no necesitan llamar a una emisora para pedir que pongan una canción, eso  lo  hacíamos  nosotros  en los años sesenta que nos pegábamos  al teléfono, tratando de comunicarnos con un programa  de radio para pedir  una canción,  de  Oscar,  Vicky, Claudia de Colombia, Billy Pontony, Harold, Ana y Jaime, etc., iconos de nuestra juventud y saltábamos  cuando nos ponían la canción. Ahora no, ahora los pelaos  llevan toda su música en un iPod, incluso  pienso  que sería “un  oso”  llamar a una emisora para pedir que pongan una canción. Bueno,  para finalizar, porque supongo que a estas alturas me deben estar mentando la madre por escribir tan largo, déjenme decirles que un amigo de aquella época, a quien si le gusta recordar todas estas maricadas,  me contaba que  uno de los momentos más emotivos del concierto de Paul McCartney el pasado  19 de Abril, fue cuando tocó   “Let it Be”, eso fue   la apoteosis, el clímax, mejor dicho, la gente   se enloqueció. Un   sueño del que ninguno  quería desperta