UN SUEÑO DEL CUAL NO QUIERO DESPERTAR:
Alfredo García, un sobrino, me envió un email que dice “¡Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y el otro mañana”
Alfredo García, un sobrino, me envió un email que dice “¡Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y el otro mañana”
Dalai Lama
Pero yo, continúo contando lo que pasó en el ayer. Por eso el pasado 19 de Abril, cuando anunciaron el concierto de Paul McCartney, en Bogotá, recordé que habían pasado 50 años, desde aquellos días en que John Lennon, Paul McCartney, George Harold Harrison, y Richard Starkey, los “Beatles”, nos hacían enloquecer con su “Let it Be”. Tener a Paul McCartney, a pocos metros, en vivo y en directo a era un sueño .Era volver, después de 50 años, a la época a gogó. Algo así como volver a vivir. Por eso, mientras McCartney, decía: "Hola, Bogotá. Hola, Colombia. Buenas noches, parceros", mi imaginación volaba hacia aquellos tiempos en que yo por inconsciente o rebelde, o porque no quería lucir como los demás, tenía el pelo largo, pantalones de terlenka, y todas esos símbolos de “amor y paz” que durante la revuelta estudiantil de Mayo del 68, en París, donde las protestas a la guerra de Vietnam y el imperialismo, confluyeron en la mayor huelga general de la historia de Francia y, posiblemente, de Europa. Claroque yo no voyen esta nota a e reconstruir aquella historia. ¡No se asusten! Pero ¿Cómo olvidar aquella época en la que al regresar a Colombia, recorría las calles de Barranquilla buscando que alguien me diera una oportunidad? Esos tiempos en que nos sentábamos frente al televisor a ver “el club del clan” ( televisión en blanco y negro, claro), o sentado en una esquina del barrio Los Andes, escuchando la música de Sandro, Raphael, Leonardo Fabio, Leo Dan
Y, fue durante esos tiempos en que me fui a Bogotá, y en un concurso de la emisora Radio 15, conocí a unos pelaitos entre los 14 y 15 años (Ana y Jaime) que cantaban música protesta como Café y Petróleo, “Tu patria es mi patria, tu problema es mi problema, gente, gente tu bandera, es mi bandera. Amarillo oro, azul mar azul y el pobre rojo sangra que sangra que sangra que sangra”
Siempre ha sido mi sueño reintegrar esas piezas dispersas de la memoria y darle vigencia a viejos anhelos represados, aunque sea recordando anécdotas, que deben quedar para siempre en los registros de nuestra cultura y ser recordados como la base de lo que hoy somos . De ese entonces recuerdo la nueva ola, las chicas “ye, ye” y “go, go” y ante todo Óscar Golden, quien era el rey del pop criollo, y además, era el papá y el papito, porque enloquecía con su “Boca de chicle” y sus“Zapatos pom pom” o “El cacique y la cautiva”, canciones que escuchábamos en una discoteca a go-gó llamada “La bomba”, que quedaba en el fondo del parqueadero del pasaje de los hippies, en la calle 60 entre 9 y 13 de Bogotá, un sitio famoso porque allí que era normal encontrarse a Gloria Valencia de Castaño, Pacheco, Alfonso Lizarazo, o Carlos Pinzón.
El escenario era una cosa redonda que daba vueltas y de repente aparecían en persona Óscar Golden, Harold, Lyda Zamora, Los Speakers, Los Flippers, Emilce, Vicky, Mariluz, Leonardo, Claudia de Colombia y otros, los mismos que veíamos por televisión.
Por los lados de la Javeriana había un local, de un cachaquito de Manizales, que ponía “música colombiana” Garzón y Collazos, Villamil y su “espumas” y lo único moderno que ponía era a Julio Iglesias y su “Tiré tu pañuelo al rio” y un día Christopher, el cantante, le quitó el altavoz que tenía un payaso que anunciaba comidas y lo tomo como y micrófono (tecnología de punta de entonces) y le pidió al cachaco que pusiera “El Hombre de la cima” . El cachaquito dijo que no ponía música de maricas y entonces el cantante, se peleó con el tipo, el rompió la cara y después le tiró dos pesos: “Tomá, para que te compres una cara nueva”, le dijo.
Ahora los pelaos no necesitan llamar a una emisora para pedir que pongan una canción, eso lo hacíamos nosotros en los años sesenta que nos pegábamos al teléfono, tratando de comunicarnos con un programa de radio para pedir una canción, de Oscar, Vicky, Claudia de Colombia, Billy Pontony, Harold, Ana y Jaime, etc., iconos de nuestra juventud y saltábamos cuando nos ponían la canción. Ahora no, ahora los pelaos llevan toda su música en un iPod, incluso pienso que sería “un oso” llamar a una emisora para pedir que pongan una canción. Bueno, para finalizar, porque supongo que a estas alturas me deben estar mentando la madre por escribir tan largo, déjenme decirles que un amigo de aquella época, a quien si le gusta recordar todas estas maricadas, me contaba que uno de los momentos más emotivos del concierto de Paul McCartney el pasado 19 de Abril, fue cuando tocó “Let it Be”, eso fue la apoteosis, el clímax, mejor dicho, la gente se enloqueció. Un sueño del que ninguno quería desperta