sábado, 12 de mayo de 2012


¡POR DEFENDER A MARIA EUGENIA,
ME PROPINARON  UNA MUÑEQUERA!
*Después regresó con su bufanda de seda 


Raúl Mestre
Ha pasado mucho tiempo, desde aquella madrugada de enero, en que una amiga  me despertó a las tres de la mañana, con  medio vaso de whisky en la   mano,   para contarme  que la situación económica y anímica de la gran actriz de la televisión colombiana, María Eugenia Dávila, era preocupante;  “No trabajaba desde hace mas  de un año y esta  a punto de ser desalojada de – La Fundación Casa para el actor- lugar donde vive desde que tuvo los primeros problemas de drogadicción”.
De manera que ayer, cuando en un vuelo Copa donde igual venía Juan Carlos Zamora, quien hasta hace poco fue director de la Cárcel Modelo,  esta amiga volvió a   contarme que María Eugenia continuaba con los  problemas en el hígado y los pulmones,  y que si yo la había visto le dije que no pero prefería  recordarla como  la última vez que la  vi  recostada contra una roca en el parque Tayrona,  viendo el mar  con el cabello mojado y recordando  con una sonrisa picara  la  noche en que nos conocimos en una discoteca que estaba  cerca del Hotel del Tequendama.
Yo también reí; porque nunca he olvidado que por culpa de ella, esa noche unos cachacos me dieron una muñequera. Eran unos  pelaos  de esos que en Barranquilla llamábamos  “camajanes”  y  se propasaron  con la artista  y ella se levantó de la silla, donde estaba mirándome   con esos ojos verdes que tampoco podré  olvidar nunca   y con su acento bogotano, se dirigió  a uno de los camajanes que se metió con ella y le preguntó: -¿Usted es muy macho, ala? -  Y sin esperar respuesta, agregó: “Yo para “caspas”  como ustedes, siempre ando con  este costeñito y me tomó por los dos brazos, y me puso frente de los camajanes para que los enfrentara, mientras ella desaparecía de la escena.
Aquella noche hice lo mejor que pude, tratando de defender con decoro el honor de María Eugenia, pero salí escalabrado  de la trifulca. ¡Los cachaquitos (unos pelaos atléticos, me dieron hasta con el balde!
Mientras tanto María Eugenia, escondida detrás de una columna, se reía a mandíbula batiente al ver que los cachacos me estaban  jodiendo  y  luego se evaporó y no  volví  a saber de ella hasta un día  en que reapareció con su bufanda de seda  en una cafetería de la séptima, con la misma picardía de siempre, diciéndome: “Si alguien hoy se mete conmigo, ya tengo quien me defienda”.
María Eugenia Dávila, es una mujer  ejemplar, un ser único en su especie, una actriz irrepetible como dicen los grandes directores. ¡Había que verla como  Genoveva, la protagonista de la Mala Hierba! O en aquellas   actuaciones en La abuela, Hato Canaguay, Nariño, Un ángel de la calle, La mala hierba, El bazar de los idiotas, Tiempo de morir, Pero sigo siendo el Rey, Quieta Margarita, Señora Isabel, entre otras producciones.