martes, 13 de noviembre de 2012


¡KIKO,  NUNCA FUE DETENIDO POR
LA GUERRA CONTRA LOS CÁRDENAS!
Tampoco fue  investigado  actividades de narcotráfico.
Raúl Mestre
A finales de los años  70,  trabajando yo  en el Banco Nacional,   conocí a José Francisco Valdeblánquez Levette, el famoso “Kico Valdeblánquez”. De figura menuda, Kico Valdeblánquez”,  vestía de manera sobria y elegante;  llegaba al banco con unas tulas repletas de dinero  y Eduardo Duran, el jefe de cuentas corrientes,(aprovecho para enviarle un saludo allá en Sabanagrande)  enseguida me llamaba para que yo lo ayudara a contar el billete.
De lo que nunca prescindió  Kico Valdeblánquez,  fue de modernos y lujosos vehículos; llegaba al banco en una camioneta  Ranger que todos los pelaos quedábamos boquiabiertos. Años después veía a Kico Valdeblánquez,  en la  gallera “Pico de Oro” esa que estaba en la carrera 18  con la calle 47,  porque era conocida su afición a la crianza de gallos de pelea, los cuales importaba de cuerdas gallísticas de Puerto Rico y Portugal.  
“Pello  Ron” , ese  vecino que se me metía a  mi casa a las seis de la mañana,  mientras se tomaba un tintico bien caliente, me contaba que Kico llegó a Barranquilla con sus hermanos y demás familiares en 1974,  luego que fueron expulsados por  Anita Dávila,  alcaldesa de Santa Marta, quien  no soportaba las balaceras en las calles.
“Claro –decía Pello- que la decisión no sólo afectó a los Valdeblánquez, sino también a los Cárdenas, pero ella  la tomó como único medio para evitar que las calles de su ciudad siguieran convirtiéndose en escenarios de tiroteos entre las dos familias”. Ambos grupos familiares eran oriundos de Dibulla, un pueblito costero situado a 45 minutos de Riohacha, donde comenzaron sus disputas sangrientas, y cuyos orígenes se han convertido en leyenda: unos dicen que por el honor de una mujer y otros que  por la muerte del mayor de los Valdeblánquez a manos de José Antonio Cárdenas en una disputa por una riña de gallos finos. Con la llegada de los Valdeblánquez, Barranquilla se convirtió en el nuevo teatro de las balaceras con los Cárdenas. Con el transcurrir de la primera mitad de los 80, Kico, y  su hermano Serafín, cabezas visibles del clan, amasaron jugosas fortunas. Sin embargo a  finales de la década de los 80 la situación a Kico comenzó a complicársele. En octubre de 1992 la Policía lo detuvo por estar presuntamente involucrado en el secuestro del comerciante Jesús Amín Malkún. Sin embargo, días más tarde la Fiscalía ordenó su libertad. Pero,  lo peor vendría después, el 6 de diciembre de 1994,  Kico Valdeblánquez  fue a  una clínica del norte de la ciudad a visitar  su amigo Enrique Coronado, que había sido internado de urgencia por una afección renal, pero cuando Kico salía de la clínica,  en compañía de su guardaespaldas Edwin González, para  abordar su Toyota Burbuja, fue interceptado por un grupo de hombres armados que lo obligaron, junto al escolta, a subir a un vehículo. Desde entonces se ignoró su paradero, y sólo se vino a saber de él unos dos meses después, cuando una llamada anónima informó a la Policía que “Kico había sido asesinado y su cadáver incinerado y sepultado a un lado de la autopista al mar”. Las autoridades verificaron la información, y se confirmó técnicamente y a través de los mismos familiares la muerte de uno de los hombres más temidos en la región. A pesar de que la guerra contra los Cárdenas,  cobró muchas vidas, Kico nunca fue detenido por estos homicidios, ni  tampoco tuvo inconvenientes judiciales  por sus supuestas actividades de narcotráfico.