¡KIKO, NUNCA
FUE DETENIDO POR
LA GUERRA CONTRA LOS CÁRDENAS!
Tampoco fue investigado actividades de narcotráfico.
Raúl
Mestre
A finales de los años 70, trabajando yo en el Banco Nacional, conocí a José Francisco Valdeblánquez
Levette, el famoso “Kico Valdeblánquez”.
De figura menuda, Kico Valdeblánquez”, vestía de manera sobria y elegante; llegaba al banco con unas tulas repletas de
dinero y Eduardo Duran, el jefe de
cuentas corrientes,(aprovecho para enviarle un saludo allá en Sabanagrande) enseguida me llamaba para que yo lo ayudara a
contar el billete.
De lo que nunca prescindió Kico Valdeblánquez, fue de modernos y lujosos vehículos; llegaba
al banco en una camioneta Ranger que todos
los pelaos quedábamos boquiabiertos. Años después veía a Kico
Valdeblánquez, en la gallera “Pico de Oro” esa que estaba en la
carrera 18 con la calle 47, porque era conocida su afición a la crianza
de gallos de pelea, los cuales importaba de cuerdas gallísticas de Puerto Rico
y Portugal.
“Pello Ron” , ese
vecino que se me metía a mi casa
a las seis de la mañana, mientras se
tomaba un tintico bien caliente, me contaba que Kico llegó a Barranquilla con
sus hermanos y demás familiares en 1974, luego que fueron expulsados por Anita Dávila, alcaldesa de Santa Marta, quien no soportaba las balaceras en las calles.
“Claro –decía Pello- que la decisión
no sólo afectó a los Valdeblánquez, sino también a los Cárdenas, pero ella la tomó como único medio para evitar que las
calles de su ciudad siguieran convirtiéndose en escenarios de tiroteos entre
las dos familias”. Ambos grupos familiares eran oriundos de Dibulla, un
pueblito costero situado a 45 minutos de Riohacha, donde comenzaron sus
disputas sangrientas, y cuyos orígenes se han convertido en leyenda: unos dicen
que por el honor de una mujer y otros que por la muerte del mayor de los Valdeblánquez a
manos de José Antonio Cárdenas en una disputa por una riña de gallos finos. Con
la llegada de los Valdeblánquez, Barranquilla se convirtió en el nuevo teatro
de las balaceras con los Cárdenas. Con el transcurrir de la primera mitad de
los 80, Kico, y su hermano Serafín,
cabezas visibles del clan, amasaron jugosas fortunas. Sin embargo a finales de la década de los 80 la situación a
Kico comenzó a complicársele. En octubre de 1992 la Policía lo detuvo por estar
presuntamente involucrado en el secuestro del comerciante Jesús Amín Malkún.
Sin embargo, días más tarde la Fiscalía ordenó su libertad. Pero, lo peor vendría después, el 6 de diciembre de
1994, Kico Valdeblánquez fue a una clínica del norte de la ciudad a visitar su amigo Enrique Coronado, que había sido
internado de urgencia por una afección renal, pero cuando Kico salía de la
clínica, en compañía de su
guardaespaldas Edwin González, para abordar su Toyota Burbuja, fue interceptado
por un grupo de hombres armados que lo obligaron, junto al escolta, a subir a
un vehículo. Desde entonces se ignoró su paradero, y sólo se vino a saber de él
unos dos meses después, cuando una llamada anónima informó a la Policía que “Kico
había sido asesinado y su cadáver incinerado y sepultado a un lado de la
autopista al mar”. Las autoridades verificaron la información, y se confirmó técnicamente
y a través de los mismos familiares la muerte de uno de los hombres más temidos
en la región. A pesar de que la guerra contra los Cárdenas, cobró muchas vidas, Kico nunca fue detenido
por estos homicidios, ni tampoco tuvo
inconvenientes judiciales por sus
supuestas actividades de narcotráfico.